Antiguamente se honraba al espíritu de los árboles y se creía que tenían algunas propiedades mágicas, espirituales y divinas. El impulso de “tocar madera” para la buena suerte o tradiciones como el famoso “árbol de Navidad” surgen de antiguas creencias que nos recuerdan lo sagrado de la naturaleza de los árboles.
Las tradiciones acerca de los árboles y ciertos tipos de madera se originan de antiquísimas creencias acerca de los espíritus elementales de los árboles y regularmente lo que ante nuestros ojos parece solamente una superstición es en realidad el resultado de una memoria ancestral.
Los árboles son una parte impresionante de la naturaleza. En su crecimiento registran patrones históricos, meteorológicos y geológicos y pueden vivir por cientos de años.
Los árboles proveen de casa, cobijo y sombra a insectos, animales y otras formas de vida vegetal e incluso a nosotros los humanos cuando los usamos como material de construcción para embellecer nuestro entorno; además tienen la importante función de ser los pulmones de nuestro planeta. Estos fantásticos seres además nos enseñan lecciones espirituales cuando sabemos conectarnos con ellos e interrelacionarnos con su desarrollo.
Enraizados fuertemente en las entrañas de la tierra, ellos crecen buscando el cielo, estableciendo una maravillosa conexión entre el cielo y la tierra y a la vez perteneciendo a ambos. Responden a las estaciones del año, reposando adormecidos en invierno para prepararse a su renacimiento en la siguiente primavera, repitiendo este ciclo año a año, un proceso por el cual nosotros también transitamos cíclicamente.
La magia de los árboles es única y debemos fomentar una armoniosa relación con ellos, pues son nuestros hermanos y al igual que nosotros están vivos y sienten. Tratemos de preservarlos y protegerlos, y en caso de necesidad de cortar una de sus hojas o ramas enlacémonos con su esencia, pidamos permiso y agradezcámosles de corazón. Reconéctate con la naturaleza pues en su sabiduría yacen los cimientos de nuestro aprendizaje.Cuando caminamos entre los árboles podemos sentir la energía que desprenden.
Los celtas creían que cada árbol poseía un espíritu sabio y que sus rostros podían verse en la corteza de sus troncos y sus voces escucharse en el sonido de las hojas moviéndose con el viento.
Los árboles nos ayudan a establecer contacto con el poder de la naturaleza, nos dan herramientas para sanarnos, relajarnos, fortalecernos, cargarnos de energía vital y son portadores de los mensajes de la Madre Tierra. Existen cada vez más personas que han comprobado los beneficios de abrazar los árboles pues un árbol siempre notaremos que nos carga, nunca que nos descarga. No olvidemos que todo ser vivo es energía, y al igual que nosotros, los árboles tienen la suya propia, muchas veces entramos en sintonía y sentimos como fluye expresando nuestra sensación de bienestar, tranquilidad, serenidad y paz. Te deseo felicidad para tu vida.