Por: Rocío Gómez
Lentamente, se fueron levantando varias de las restricciones que rigieron y modificaron nuestras vidas por 19 meses, como consecuencia de la pandemia de coronavirus. En Misiones volvió la presencialidad plena en las escuelas, la gente puede ir a la cancha, y si bien el barbijo todavía es obligatorio en la vía pública, poco a poco retomamos lo que conocíamos como “normalidad”.
Ahora bien… ¿cómo sobrevivimos a esos 19 meses de restricciones? Sin dudas que la salida no será gratis. Dejar de usar barbijo, volver a juntarse sin tomar medidas “de cuidado”, volver a concurrir a eventos masivos, aunque haya protocolo, puede generar ansiedad. ¿Qué miedos, incertidumbres y desafíos genera la “nueva normalidad”?
“El COVID-19 llegó para quedarse y quizás, muchos de los cambios sociales ocurridos por su llegada, también”, dijo a ENFOQUE la licenciada en Psicología, Laura Mingo. “Durante la pandemia cada persona fue una montaña rusa de emociones: miedo, angustia, incertidumbre, entre otras, fueron de las más comunes… ¿Y qué nos hace pensar que estas emociones desaparecerán cuando la pandemia se alivie? A muchos les dará temor volver a hacer la vida normal previa a la pandemia”, agregó la profesional.
Vivir una pandemia mundial y atravesar una cuarentena por primera vez en nuestras vidas tiene su efecto en el cuerpo y en la psiquis. Salir de un hecho semejante también. ¿Cómo retomar la vida que considerábamos normal después de todo lo que pasó?
Los temores son normales, y hasta esperables después de más de un año y medio con medidas de restricción ante una enfermedad que causó 4,5 millones de muerte en el mundo y más de 115 mil sólo en Argentina.
“La flexibilización a las restricciones impuestas durante más de un año hace que muchas personas presenten miedo y ansiedad de salir de sus casas, volver a relacionarse con compañeros de trabajo y readaptarse a lo que en algún momento fue ‘normal’”, señaló Mingo.
Sin embargo, hay un sector importante de la sociedad que desea volver a la vida que conocimos, lo más rápido posible. Hay un “cansancio pandémico”, como lo denominan los especialistas, que no sucede únicamente en el país, sino que es un fenómeno mundial y que es diferente a cualquier “cansancio” que se haya sentido hasta la fecha. Pero es importante hacer el análisis acerca de lo que pasó: hay más de 100 mil familias en el país que han perdido a sus seres queridos; gente que perdió amigos o la pasó mal, lo que implicó para los más chicos la suspensión de la presencialidad escolar y ni hablar de las consecuencias económicas y sociales que tiene más de un año y medio con medidas restrictivas ante el coronavirus, no sólo a nivel nacional sino mundial. Se necesitan espacios para elaborar lo ocurrido.
“Desde que se inició la pandemia supimos cuáles eran los cuidados que había que mantener para preservar la salud física, sin embargo, la salud emocional y mental fue relegada en numerosos aspectos. Sería completamente normal que, ante el levantamiento de ciertas restricciones, experimentemos sensaciones de miedo, angustia e inseguridad que afectan los comportamientos cotidianos”, explicó la licenciada en Psicología.
En adultos, señaló Mingo, puede ocurrir falta de sueño, insomnio, ganas de llorar, taquicardia, sensación de ahogo. “Podrían ser indicadores de que algo no está bien y que se debe consultar con un profesional. En niños, las conductas regresivas como hacerse pis en la cama, que dejen de hacer actividades que antes se disfrutaban o disminuir el rendimiento académico son también algunos de los indicadores a tener en cuenta por los padres”, agregó.
Pero es importante entender que la pandemia no terminó y que quizás hay hábitos que llegaron para quedarse. “La pandemia, por la que aún hoy estamos atravesando, nos modificó la vida en costumbres de las más básicas y tan arraigadas como, por ejemplo, el mate. Ese elemento, siempre presente en una reunión, fue un sinónimo de compartir. Sin embargo, hoy se ve que cada persona lleva el propio y de repente hay varios mates dando vueltas con el mismo objetivo: compartir. Así como con el mate, la pandemia nos obligó a modificar nuestra vida cotidiana y de repente el barbijo o tapabocas se convirtió en un accesorio de moda más. Comenzamos a conocer personas a través de su mirada y nos empieza a parecer raro cuando su rostro se deja al descubierto”, señaló la profesional.
El barbijo es el símbolo de la pandemia de coronavirus: fue el primer elemento al que se recurrió como medida de protección, sumado al alcohol 70/30 o en gel. En las últimas semanas, el Gobierno nacional anunció que dejaría de ser obligatorio en espacios abiertos, siempre y cuando no haya aglomeración de gente. Por el momento, Misiones no se adhirió a esa medida.
También cambió la situación a nivel laboral. La posibilidad de hacer “home office”, otra de las frases que hemos incluido en nuestro vocabulario en este año, tuvo sus pros y contras. “Volver a la vida de antes no será fácil. Los cambios en la vida social y en el mundo laboral con la llegada del home office y la escolaridad virtual hacen que muchos se planteen cuál es la necesidad de estar presencial si se puede trabajar de manera remota”, analizó la licenciada.
“A muchos, los cambios de la pandemia los beneficiaron, se habituaron al trabajo online y disfrutan de pasar más tiempo en sus casas… muchos otros no supieron adaptarse y desean volver a sus lugares de trabajo para diferenciar así el espacio íntimo del laboral”, agregó.
El país está atravesando un buen momento epidemiológico después de la segunda ola que azotó con fuerza en mayo pasado, y que obligó a retrotraer las restricciones o “volver a fase 1”, como lo conocimos popularmente. El ritmo de vacunación colaboró a la merma de casos y permitió la flexibilización de las medidas. Sin embargo, la pandemia no terminó. “En ciertos aspectos, el COVID es un peligro latente”, manifestó Mingo.
Hay varios ejemplos de países que levantaron sus medidas y luego tuvieron que volver atrás debido al aumento de contagios: Israel y Nueva Zelanda, por citar algunos.
“Lo cierto es que nadie sabe aún cómo saldremos de la pandemia, ni cuándo. Así como la adaptación al aislamiento y las nuevas costumbres derivadas de la cuarentena fueron tan individuales y particulares, seguramente también lo será la salida. Cada sujeto, de acuerdo a su experiencia, a sus recursos psíquicos y sobre todo a su aprendizaje por y durante la pandemia, enfrentará la nueva normalidad de una manera particular y subjetiva”, destacó la profesional.
Frente a la ansiedad de dejar el barbijo y de volver a las reuniones sociales o masivas, la solución es ir paso a paso. “Si hablamos de cómo adaptarnos mejor a los cambios y volver a realizar las actividades cotidianas prepandemia, podríamos pensar primero en sostener una rutina que nos organice el día, evitar los pensamientos negativos asociados al contagio, hacer actividad física y retomar poco a poco las actividades diarias”, pero “es importante saber que si bien el contagio disminuyó, la pandemia aún no ha finalizado. Si tomamos los recaudos necesarios, podremos volver a la vida previa a la pandemia y revincularnos socialmente de la manera más saludable”.