Soltar trae paz y tristeza al mismo tiempo. Al principio duele y luego la paz llega e inunda cada espacio del ser, nos habita, la hemos conquistado.
Soltar es seguir y no mirar atrás porque al hacerlo es posible convertirse en una estatua de sal. Soltar es seguir haciendo camino, aprendizaje de la experiencia viva. Camino iniciático que nos deja la valentía de haber podido atravesar la noche oscura del alma. Poder cruzar por la espesura del bosque, ese bosque habitado por nuestros propios monstruos y animales salvajes, y volver a encontrar la luz, esa luz que aparece al cerrar los ojos.
¿Ves la luz con ojos cerrados?
Si es así estás a salvo, has conectado con la luz de tu alma donde se encuentra el amor verdadero.
Donde nada ni nadie puede entrar a menos que tú le des el espacio. Ese espacio en el cual te sientes acompañado y no hay lugar para los miedos y la soledad. Ese espacio que algunos llaman la Fuente Primordial. Allí comienza la alquimia de tu alma. Ella te conducirá por nuevos caminos a recorrer, a descubrir.
Cada nueva experiencia nos trae la purificación de nuestras zonas oscuras, esa purificación nos trae la verdad eterna, ella nos otorga la comprensión. La comprensión nos otorga el poder estar unidos a nuestra alma y aceptar la experiencia de la vida. ¡Sí a todo como es! a pesar de no conocer el porqué. Simplemente ábrete a la paz y la entrega del vivir cada día, cada paso, minuto a minuto donde reside el poder del ahora.
Todo esto seguirá sucediendo hasta poder encontrar la bienaventuranza del vivir, sólo sentir la dicha que traen la virtud y la alegría eterna donde no existen preferencias, al no existir preferencias ya no hay dualidad y todo es luz, vida amor, comprensión.
Soltar el dolor del pasado tiene un efecto sanador, soltar y concentrar la fuerza para ir hacia adelante, hacia la vida hacia lo nuevo.
Todo esto es un proceso, ¿en qué lugar te encuentras?