
La joven de 27 años, que perdió parte de un seno tras el disparo con perdigones de bala de goma que habría realizado a corta distancia y en dirección también prohibida un suboficial de la Policía de Misiones el sábado 30 de octubre, ayer fue trasladada para prestar declaración ante el juez de Instrucción 3, Fernando Luis Verón y ratificar los primeros datos que brindó estando aún internada en el Hospital Ramón Madariaga y ampliar su denuncia.
Custodiada por efectivos de la fuerza de seguridad, con mucho cuidado y silencio porque mientras se realizaba el procedimiento en el frente de calle Santa Fe de los juzgados penales una docena de familiares del sargento Alberto Larrachado protestaban contra la imputación y detención y exigían con carteles y gritos el cambio de magistrado instructor.
Para el juez Verón, el contenido de los reclamos y la modalidad que establecieron, no fue impedimento para recibir a los familiares en su despacho y explicarles el proceso del expediente. No habría conformado la explicación del trajín judicial y decidieron redoblar la queja ya frente a la Casa de Gobierno en la Plaza 9 de Julio.
Mientras esto ocurría, la víctima pudo ingresar por una puerta lateral al edificio penal y ratificar que el sargento Alberto Iván Ariel Larrachado (36), hoy exintegrante del Comando Radioeléctrico Oeste de la Unidad Regional I, le disparó a corta distancia y en el pecho cuando ella intentó mediar en una pelea de chicos sobre la avenida Cabred casi Uruguay frente a la parada de colectivos donde aguardaba el colectivo para regresar a su vivienda en el barrio Yacyretá.
De fuentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN, se pudo saber que el suboficial seguirá detenido mientras se finalizan pericias y se recogen testimonios de eventuales testigos. Por el momento, seguirá investigado por el delito de “lesiones leves, agravadas por ser cometidas por funcionario de seguridad”.
La joven sobrevivió al ataque luego de dos intervenciones para quitarle los perdigones de goma del cartucho que se percutó con la escopeta Browning que portaba Larrachado cuando intervino con sus compañeros de patrulla, a las 5.40 del sábado 30 de octubre.
Las curaciones que necesita la víctima son indispensables y no remiten margen de descuido porque fueron provocadas con pólvora, lo que eleva al máximo la probabilidad de infección y gangrena. El hueco del tamaño de una pelota de tenis le quedó en el pecho izquierdo.
Vale recordar que el detenido ya fue indagado y aseguró que el disparo fue accidental en el momento que la víctima se le abalanzó para intentar quitarle la escopeta de las manos. En su declaración también insistió que su carrera policial no hubiera continuado si sus antecedentes penales fueran ciertos.
Sus familiares ayer remarcaron la coartada, la misma que manifestaron a este Diario hace 24 días: “Mi hermano no es un preso más, no puede ser un detenido común, es un policía (…) Fueron las chicas las que forcejearon con él y ellas tocaron el gatillo de seguridad y la escopeta se disparó, fueron ellas no mi hermano (…) Lo que sucedió demuestra que ya no se respeta a la policía ni a ninguna autoridad, es lamentable esto”, sostuvo Nicolás Larrachado mientras que su hermana Natalia también resaltó: “A mi hermano lo acusan por sus antecedentes y una causa no tiene nada que ver con la otra. La del taxista (incidente ocurrido un mes antes en un procedimiento), por ejemplo, hay testigos que indican que no inició el incidente y que no lo golpeó tampoco”.