Ley 3208. “Entre la Provincia de Misiones, en adelante “la Provincia”, representada en este acto por el Gobernador, Ing. Federico R. Puerta, y el Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial, en adelante “el Fondo”, representado por el Banco de la Nación Argentina…”. Así de simple. Así de directo. De esta forma comienza a redactarse la norma que habilitó la privatización del único banco público que tenía Misiones hasta 1995.
Si no hubiese existido esa iniciativa, hoy la tierra colorada estaría en el grupo de bancos provinciales como el de Corrientes, el de Provincia de Buenos Aires o el de Tierra del Fuego. Pero la realidad fue otra.
Misiones se unía a la ola de privatizaciones que sacudía al país y que luego desembocaría ni más ni menos en la crisis del 2001. Sin dudas, diciembre es un mes sensible de cara a los sentimientos de los argentinos, a poco de cumplirse dos décadas de la renuncia del presidente radical Fernando De La Rúa y la seguidilla de presidentes en menos de una semana entre los que se encontraba el mismísimo Puerta que tuvo la posibilidad histórica de quedar al frente del Poder Ejecutivo Nacional, una oportunidad histórica para Misiones que finalmente se perdió. El miedo fue más fuerte.
En la Ley 25.561 sancionada poco después de que Eduardo Duhalde tomara las riendas del país, se estableció que “se privilegió el mantener o incrementar, los beneficios extraordinarios de las empresas privatizadas, frente a la inseguridad jurídica y los derechos e intereses reales de la mayoría de los usuarios y consumidores de los servicios públicos”, precisan los investigadores Daniel Azpiazu y Eduardo Basualdo en un informe publicado por la CLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales).
En la quiniela, el 17 significa la desgracia. Ese, es el número de privatizaciones que hizo Puerta en Misiones y de las que se enorgullece. “Puerta privatizó hasta el alma”, resumió años el exgobernador Julio Humada en una entrevista.
“Esta privatización es una deuda que tiene hasta hoy” reflexionó en su momento Cristian Koch expresidente del banco. “Cuando se hizo la privatización del banco éramos 1.400 empleados. El resto está diseminado sin trabajo o como empleados públicos, puntualizó Jorge De María, exempleado.
“En la privatización del banco fue afectado mi padre y otros colegas más. Fue un golpe muy duro para todos. En la familia sentimos mucho”, recordó Marcos Romero, hijo de “Toto” quien también fuera empleado de la entidad.
“La privatización del Banco de la Provincia de Misiones resulta indispensable para estimular el mejoramiento de las cuentas públicas a través de medidas coordinadas con el Gobierno nacional”, indica otro párrafo de la ley 3208 (hoy Ley VII- Nº 21).
El último día de 1996 terminó el proceso para que pertenezca a manos privadas. Y no hubo vuelta atrás. Despidos. Angustia. Incluso suicidios.
No sólo se perdió un patrimonio indispensable para el crecimiento de un estado. Se perdió la dignidad, la autonomía. Y a pesar de las privatizaciones de la provincia (Papel Misionero, APOS, Instituto del Seguro, entre otras) no llegó el mejoramiento de las cuentas públicas a cargo del entonces secretario de Hacienda Humberto Schiavoni. Tampoco se pudo saldar la deuda pública, que siguió asfixiando las arcas del Estado por unos cuantos años posteriores.