
Morir dignamente en Argentina es un derecho reglamentado por ley desde el 2012. Pero ¿qué implica y cómo se implementa en nuestra provincia? El responsable del área de Servicios de Cuidados Paliativos del Hospital Escuela “Ramón Madariaga”, Walter Cattaneo, habló con PRIMERA EDICIÓN sobre este derecho: “Morir dignamente es un derecho a morir acompañado y en paz con la cultura e historia que cada uno tiene”, sentenció.
“No es dejar ni hacer morir, sino permitir morir: dar la posibilidad de que el proceso del desarrollo de una enfermedad llegue a su última parte, que es la muerte. No significa abandono del paciente sino evitar un encarnizamiento terapéutico sólo porque el profesional no quiere que se muera su paciente, independientemente de lo que este último desee”, subrayó.
Respeto a la voluntad del paciente enmarcado en procedimientos éticos es la premisa central de los cuidados paliativos: “brindar la posibilidad de alivio del sufrimiento físico y emocional a aquellas personas que transitan por una enfermedad crónica y avanzada en la que ya no hay tratamientos curativos”, explicó Cattaneo.
Debido a que una enfermedad altera no sólo el estado físico sino espiritual de la persona, al hablar de cuidados paliativos “hablamos de un equipo interdisciplinario que aborda cada una de las dimensiones de la persona y su entorno”, dijo.
En este sentido, Cattaneo destacó que “hablamos de cuidados paliativos para la unidad de tratamiento, que incluye al paciente y a su familia porque sino ¿quién cuida al que cuida?. Sabemos que tener a alguien cercano cursando una enfermedad grave es una situación de mucho agotamiento emocional, físico y económico. Por eso los cuidados paliativos ponen la mirada en las necesidades del paciente y su entorno”, subrayó.
Ingresar a cuidados paliativos
Cuando entra un paciente a cuidados paliativos “lo evaluamos como equipo: analizamos su situación médica; el pronóstico y opinión de los médicos tratantes; y a partir de ahí se empiezan a detectar las necesidades que tenga el paciente: si son síntomas físicos, preocupaciones o problemas existenciales”, señaló.
También “empezamos a detectar quiénes lo cuidan, si tiene efectivamente una red de contención y qué necesitaría en los cuidados prácticos o sea en relación a su higiene, movilización y todo lo que tiene que ver con el área de enfermería”, agregó.
Todo este trabajo “no se hace en un día. Hay que tomarse el tiempo necesario porque el paciente muchas veces no está en condiciones de responder un interrogatorio porque se agota o está emocionalmente sensible”. Durante este proceso, la familia o entorno cercano del paciente juegan un rol fundamental y es en estas primeras instancias cuando aparecen las primeras preguntas existenciales.
Cerco del silencio
El “cerco del silencio” se produce cuando tanto el paciente como la familia piden a los profesionales que alguna de las dos partes no sepa la totalidad de la gravedad de la enfermedad.
“Lo más habitual es que la familia del paciente nos pida que no le contemos a la persona enferma sobre su completa situación. No están dispuestos a que ciertas cosas se digan o se hablen para no deprimir al paciente o generarle mayor ansiedad y, generalmente, toda la familia está de acuerdo en no brindar cierto tipo de información”, contó.
No obstante, “como trabajamos esencialmente sobre el paciente, tenemos que estar atentos a si él quiere o no tener toda la información. Porque, así como tiene derecho a saber toda la información, también tiene derecho a no hacerlo”, aseguró.
Estas cuestiones “intentamos trabajarlas desde el primer momento en que llega a cuidados paliativos, porque es una situación en la que el riesgo de fallecer está siempre ahí”.
El momento de la decisión
Con la enfermedad crónica avanzando cada vez más, llega el momento de la decisión: “¿seguimos haciendo más procedimientos? ¿para qué? ¿cuál es el deseo del paciente y cómo piensa él y su familia que podrían vivir mejor?”.
Estas son algunas de las preguntas que se hacen diariamente desde cuidados paliativos y que despiertan las más profundas preguntas existenciales.
“En este punto donde está el mayor nivel de sufrimiento de las personas, es donde tenemos que tener una conducta profesional lo más asertiva posible. Acompañando el proceso y planteando qué es lo que podemos hacer para que el paciente se sienta más aliviado en su sufrimiento”, dijo. “El miedo a la muerte depende de cada persona, de su edad, de la gravedad y del proceso de interiorización que pudo hacer acerca de la situación que está atravesando”, explicó Cattaneo.
Así, “aparecen distintas circunstancias: la negación porque, a pesar de que se le brinde toda la información, se rehúsan a comprenderla como un mecanismo de defensa para no sufrir. También hay evitación de hablar del tema, porque el temor a morir inunda al paciente”.
“Me ha tocado acompañar el sufrimiento y padecimiento de personas que no quieren morir y se aferran a cualquier mínima posibilidad, aunque la evidencia científica y la técnica demuestren que no será posible. Tuvimos que recurrir a sedaciones paliativas para ir logrando un sueño en el paciente para que no tenga consciencia de su sufrimiento”, recordó.
Sin embargo, “en la mayoría de los casos llega un punto, cuando el paciente vivió todas estas instancias de la enfermedad, que es el encuentro más fantástico entre nosotros los profesionales y el paciente: es cuando finalmente sabe y comprende que la muerte está próxima”, mencionó.
En ese momento “lo que aparece no es el temor a la muerte, sino el sufrimiento por su familia o entorno. Aparecen deudas morales que intentamos trabajar lo antes posible para que esa persona pueda estar en paz”, añadió.
“Me enseñaron que lo que importa es llevar una vida digna”
Cattaneo dirige el área de Servicios de Cuidados Paliativos del Hospital hace más de 15 años. “Profesionalmente, pasé por muchas etapas en las que recibí mayor o menor apoyo, pero afortunadamente logramos formar un equipo que ha ido creciendo y desde lo personal es un orgullo”, destacó.
“A pesar de que en cuidados paliativos trabajamos diariamente con personas que pasan por mucho dolor físico y emocional, siento una satisfacción muy grande cuando logramos comprendernos con el paciente y su familia y podemos cumplir con sus voluntades”, dijo.
Después de tantos años de trabajo, “una cosa que aprendí de los pacientes es que, en la muerte digna, lo que importa es la vida digna: aquellas personas que pudieron transitar su vida dignamente y siento conscientes de su autonomía, de sus libertades y decisiones, tienen un mejor final”. Por ello, Cattaneo llamó a que “quienes no están enfermos tengan la oportunidad de plantearse ahora qué quisieran para ellos si en algún momento tienen alguna enfermedad grave. Solventar las deudas morales y sociales para lograr un estado de mayor paz, porque sólo ahí aparece la oportunidad de la muerte digna”. Un derecho en el que “se produce el encuentro entre el paciente que necesita ser ayudado y aliviado en su dolor, y el profesional que está dispuesto a darle algo a alguien que, por su condición, no tiene poder. Ese es el acto más maravilloso que conocí”, cerró.
75%
de las personas que mueren por enfermedades crónicas, mueren con dolor emocional según la Organización Mundial de la Salud.
Equipo interdisciplinar
El equipo de los cuidados paliativos que se ofrece dentro del Hospital está constituido por un equipo interdisciplinar conformado por dos médicos, dos psicólogos, dos enfermeros y una trabajadora social.