De la mano de una recuperación que nadie esperaba, ni siquiera el propio Gobierno argentino, el Producto Bruto Interno regresa al punto de partida de una gestión nublada por la pandemia de coronavirus y signada por una cuarentena extensa que quebró lo que había de la estructura económica. Las consecuencias, ya con el resultado puesto, se vieron reflejadas en las legislativas pasadas.
Hoy, ya con menos restricciones y un PBI algo más robusto, tendríamos que hablar de recuperación, desarrollo y evolución.
Sin embargo siempre hablamos de las condiciones de este nuevo punto de partida, desfavorable en muchos sentidos, carente de dólares y hasta de combustible para sostener la levantada pospandémica.
El estado de las cosas también se ve comprometido por la continuidad de las negociaciones con el Fondo y debido a que el Gobierno no sabe todavía si podrá posponer pagos y destinar recursos a la recuperación o si, en cambio, tendrá que resguardarlos para cumplir con los compromisos asumidos durante el Gobierno anterior.
De esto hablamos casi todo el tiempo, de que no se generan las condiciones para aprovechar el viento de cola cuando lo hay. Es la enorme desventaja de no contar con una agenda.