Cuando cierra un año y se inicia otro, es un buen momento para hacer un balance en nuestras vidas. Por lo general solemos aprender más de nuestros errores que de nuestros aciertos. ¿Por qué? Porque frente a un error, el cerebro gasta más energía; por esa razón, una equivocación queda grabada en nuestra memoria con mayor intensidad que un bello recuerdo.
Aunque el error es parte de la vida, podemos albergar el deseo de no equivocarnos y aceptar ser corregidos cuando nos equivocamos. En este sentido resulta muy saludable preguntarle a quien está un paso más adelante que nosotros cómo evalúa nuestro desempeño. Esta información nos resulta útil para saber si necesitamos corregir o mejorar algo el año entrante.
Una equivocación nos puede conducir al crecimiento o al resentimiento, lo cual depende de que aprendamos la lección o volvamos a tropezar con la misma piedra.
¿Sufriste una ruptura de pareja o hiciste un mal negocio? De nada sirve adoptar una actitud de lamento. Muchas veces el orgullo nos conduce a encontrarnos una y otra vez con el mismo escollo.
Tal vez en algún momento de este año te hayas equivocado y le hayas dicho a alguien: “Fue tu culpa”. Eso es colocar el problema afuera. O quizás, cuando a algún conocido le fue mal, opinaste: “Fue su culpa”. Esta es la actitud de una persona que razona lo que le ocurre a otro al revés de cómo lo hace con ella misma.
Los únicos 100% responsables de todo lo que nos sucede, ya sea positivo o negativo, somos nosotros mismos.
El error debe servirnos para aprender y volver a intentarlo. No vale esconderse o evadirse. Tenemos la oportunidad de repetir una acción con sabiduría (el aprendizaje incorporado). Reconocer nuestros errores nos fortalece y nos enriquece.
¿Cómo reacciona la mayoría de la gente ante el error? Algunos con angustia, que a veces se traduce en agresividad. Otros con melancolía y cierta tendencia a la depresión. Otros con ansiedad, que por lo general nos hace calificar un error como un “fracaso total”. Y otros, con culpa. La persona culposa mezcla el “hacer” con el “ser”; no tiene un problema, ella es el problema.
Y para comenzar mucho mejor este nuevo tiempo, este nuevo año, necesitamos saber que todos cometemos errores. El exitoso los corrige, aprende de ellos, olvida los detalles y sigue adelante. No le tengas miedo al error, pues solamente corrigiendo aquello que hacés mal serás capaz de crecer y avanzar en la vida.