Después de casi dos años de crisis sanitaria, quienes no hayan recibido al menos una dosis de vacunación es porque han decidido no hacerlo. Con las jornadas de vacunación muy avanzadas alrededor del mundo, hay quienes incluso tienen acceso a un refuerzo de las alternativas disponibles. A pesar de ello, todavía existen personas que muestran cierta resistencia a administrarse cualquiera de los fármacos contra el COVID-19.
Por miedo, por oposición política o desconocimiento, millones de personas tienen la convicción de que pueden protegerse contra el virus por su cuenta. Cuando se les obliga a recibir la vacuna, sin embargo, “confirman” lo que ya pensaban: los efectos secundarios son insoportables, y casi prefieren haber contraído el virus que haberse puesto la inyección.
La sintomatología, sin embargo, podría ser consecuencia del llamado efecto “nocebo”.
De acuerdo con el New Zealand Medicines and Medical Devices Safety Authority, el efecto “nocebo” funciona justamente al revés que el efecto placebo. En lugar de hacer que las personas se sientan bien tras administrarse alguna medicina, su sugestión hace que sientan los efectos negativos con más fuerza.
“Describe una situación en la que se produce un resultado negativo debido a la creencia de que la intervención causará daño. Es un fenómeno a veces olvidado en el mundo de la seguridad de los medicamentos,” explica la institución desde su portal oficial.
Según los registros de la institución, es mucho más probable que una persona se sienta mal tras tomarse una medicina que “sabe” que le hará daño. Lo mismo aplica si el paciente está muy preocupado por los efectos adversos que el fármaco podría tener en su salud. Aunque a nivel físico no se perciban realmente consecuencias, la mente las exagera.
Este fenómeno se está apreciando con las vacunas contra el COVID-19. De acuerdo con un estudio publicado en JAMA Network Open, el 60% de las reacciones adversas a las vacunas son producto del efecto “nocebo”, más que de sintomatologías físicas.
La investigadora Julia W. Haas, del Beth Israel Deaconess Medical Center (BIDMC), recopiló en Israel que el 52% de las reacciones adversas con la segunda dosis de vacunación se deben a ese efecto: tras una mala experiencia con la primera inyección, las personas literalmente esperan lo peor. Mentalmente, se programan a sí mismas para tener una mala experiencia.
En el estudio del Beth Israel Deaconess Medical Center, los investigadores evaluaron datos de 12 ensayos clínicos de vacunas contra el COVID-19 y compararon las tasas de eventos adversos reportados por los participantes que recibieron las vacunas con la tasa de efectos secundarios experimentados por quienes recibieron una inyección de placebo que no contenía ninguna vacuna.
Si bien un número significativo de quienes recibieron la vacuna reportaron efectos secundarios, el estudio, publicado el martes en la revista JAMA Network Open, informó que casi un tercio de los participantes del ensayo clínico que recibieron la inyección de placebo también reportaron al menos un evento adverso.
En los 12 ensayos clínicos, dicen los investigadores, se reportaron efectos adversos por parte de 22.578 pacientes que recibieron el placebo, y de 22.802 que recibieron las vacunas.
Así, más del 35 por ciento de los pacientes que recibieron el placebo reportaron haber tenido síntomas que afectaban a todo el cuerpo, como fiebre. El dolor de cabeza y la fatiga fueron los más comunes con un 19,6 por ciento y un 16,7 por ciento, respectivamente.
Los científicos destacaron que el 16 por ciento de los pacientes que recibieron placebo reportaron al menos un evento localizado, como dolor, enrojecimiento o hinchazón en el lugar de la inyección.
En comparación, dijeron, el 46 por ciento de los que recibieron la vacuna sintieron al menos un evento adverso sistémico y dos tercios de ellos informaron al menos un evento localizado después de la primera inyección.
Si bien este grupo recibió el tratamiento activo de la vacuna real, los investigadores dijeron que al menos algunos de los efectos secundarios reportados son atribuibles también al efecto nocebo, dado que muchos de estos mismos efectos también ocurrieron en el grupo del placebo.
El estudio sugirió que el efecto nocebo podría ser la causa de más de tres cuartas partes de todos los eventos adversos en el grupo de la vacuna y casi una cuarta parte de todos los efectos localizados reportados.
Fuente: diario The Independent y revista Muy Interesante