“La educación debe estar en el centro de cualquier esfuerzo por la paz. Es nuestro deber colectivo capacitar a los alumnos de todas las edades para deconstruir el discurso del odio y sentar las bases de sociedades integradoras, democráticas y respetuosas de los derechos humanos”, advirtió la directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la francesa Audrey Azoulay, en el marco del Día Internacional de la Educación que se conmemora hoy.
La fecha fue establecida en 2018 y se celebra por séptima vez este 24 de enero para recordar que “la educación es un derecho humano, un bien público y una responsabilidad colectiva” y que “sin una educación de calidad, inclusiva y equitativa para todos y de oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida, los países no lograrán alcanzar la igualdad de género ni romper el ciclo de pobreza que deja rezagados a millones de niños, jóvenes y adultos”.
Las cifras que aporta la UNESCO son dramáticas: 262 millones de niños y jóvenes siguen sin estar escolarizados, y 617 millones de niños y adolescentes no pueden leer ni manejan los rudimentos del cálculo. Y como reflejan mil y un estudios mundiales, el nivel educativo suele ser directamente proporcional al desarrollo de cada pueblo o territorio.
Este año, el lema es “IA y educación: preservar la autonomía en un mundo automatizado”, con el foco en “dotar a las personas y a las comunidades de los medios necesarios para navegar, comprender e influir en los avances tecnológicos”.
“A medida que los sistemas informáticos y de IA se vuelven más sofisticados, los límites entre la intención humana y la acción automatizada se difuminan, lo que plantea cuestiones críticas sobre cómo preservar, redefinir e, idealmente, elevar la agencia humana en una era de aceleración tecnológica“, argumentan desde la UNESCO.
También es necesario que la transformación digital no provoque nuevas brechas sino que se oriente hacia la inclusión y la equidad. Y todo ello involucra a gobiernos, políticos docentes y padres. Por eso se habla de un “nuevo pacto” en el que cada “pata” sostenga y consolide a las demás. Si cada uno estira para su lado en un tema tan central, nuestra civilización y nuestro planeta están condenados.