A Rodrigo Pereyra (21) le encanta salir de paseo todas las tardes, pero padece Síndrome de Angelman, lo que le impide movilizarse. Es por eso que, a su papá, Carlos Alberto “Luchi” Pereyra, se le ocurrió adaptar una bicicleta para poder acarrear a su hijo a fin que pudiera disfrutar del aire libre y, quizás, observar las cosas de otra manera. Fue así que puso manos a la obra, y el proyecto resultó exitoso.
En compañía de su esposa, Nélida Zalazar, contó que “soy de mirar Internet y de bajar cosas que me interesan. Entre esas, vi tutoriales en los que adaptaban bicicletas para llevar a personas discapacitadas. Un día agarré una bicicleta, comencé a trabajar sobre ella y la adapté para llevar a Rodrigo”. Dijo que ese momento “fue una locura porque cuando lo subimos era como que le cambiamos la vida, se mostró emocionado. Así arrancamos”. De eso ya pasaron unos tres años.
Los comentarios que le hacían a “Luchi” eran siempre alentadores, pero no faltaba quien le preguntaba por un espacio destinado a la madre. “Y tenían razón porque ella está súper presente, pero no podía acompañarnos al momento de las salidas. Entonces dije, pucha, cierto, adaptemos una para que Nélida nos acompañe. Y estamos embarcados en eso, faltan algunos detalles y ya vamos a arrancar con la nueva incorporación, para eso ya estamos haciendo las pruebas pertinentes”, celebró el ideólogo de este rodado de tres ruedas.
“Luchi” compró bicicletas usadas y las comenzó a adaptar con la ayuda de chapistas, bicicleteros, a los que iba y consultaba. “Esperaba que me dijeran que estaba correcto y continuaba. Muchas de las cosas que aprendí en el trabajo son a las que ahora recurro”, comentó.
“No hacen faltan tantos recursos para hacer una adaptación de este tipo, es necesario el tiempo y el conocimiento. Pero no es algo imposible. Se puede, hay que encarar nomas”, reflexionó.
Sobre su hijo, manifestó que Rodrigo “es un bebé gigante, no se maneja solo, necesita que estemos pendientes. Se emocionó cuando lo llevé a dar vueltas en la primera oportunidad. La noche anterior habíamos practicado por la calle que pasa frente a casa y no quería bajarse. Si bien no habla, se hace entender. Cuando me ve llegar, me empuja hacia la bicicleta y se quiere sentar. Ahora que la estoy modificando nuevamente, debo hacer el trabajo medio escondido porque quiere salir a pasear en todo momento”.
Pedalean hasta la avenida costanera cuando disponen de tiempo. Pero creen que con esta modalidad “vamos a organizarnos” de otra manera. A Nélida le gusta la idea y, si bien sabe andar en bici, no se anima a cargar a Rodrigo por el peso que presenta el joven. “Pero ahora podremos compartir ya que saldremos los tres. La adaptación significa que ella también me ayudará a pedalear. Cuando probamos, me pareció que resultaba más liviano con la ayuda de Neli que cuando yo lo hacía solo. Tiene dos ruedas adelante, y una atrás, para tener estabilidad. Él va como un rey, sentado adelante, apreciando lo que ocurre a su alrededor”, agregó el padre.
“Luchi” se jubiló después de trabajar por años en una empresa de construcción. Como su patrón “es amigo de la infancia y padrino de Rodrigo, conocía de cerca la situación y siempre me decía, primero está tu hijo y después el trabajo. Yo asistía, me gusta trabajar, pero tenía esa libertad de saber que por cualquier cosa tenía posibilidades de salir. En la Escuela Especial N° 4, que es adonde Rodrigo asistió desde los 3 y hasta los 15 años, escuchaba a las docentes decir que los padres colaboraban poco, que no iban a las reuniones, y yo les decía que los entiendo. Les decía que tener un hijo discapacitado es de por sí un contratiempo, y que además tienen que trabajar. Siempre digo que tuve la suerte de poder hacerlo, dedicarme, pero por la consideración de quien fue mi patrón”, recordó quien aún preside la comisión cooperadora del establecimiento educacional.
Padres, además, de Fabián, Pablo y Nicolás, y abuelos de Mara, Aylin y Mateo, “Luchi” y Nélida, tratan de estimular a otros padres con esta iniciativa. Es que cuando salían a la costanera, se encontraban “con gente buena que te tira esa buena onda, te saluda, te toca bocina, y te da ese aliento, que es muy lindo. A nosotros nos resultó muy bueno, y la idea es que haya más chicos que tengan esta posibilidad de salir. Que se pueda implementar. Hasta me animaría a preparar alguna otra bici si me facilitan los materiales. Esa fue siempre mi idea, pero no tengo recursos como para donar, además lleva tiempo. Hay que comprar cosas nuevas, hierros, asiento, las cadenas, las cámaras, pero sería bueno que algún padre se arrime. Cuando salimos por primera vez muchos se acercaron, se contactaron, les mandé fotos, me puse a disposición, pero nunca supe si prosperó la idea”, expresó.
En su casa no son bicicleteros. “Somos como cualquiera que tuvo su bicicleta en la infancia. La incorporamos especialmente para concretar este proyecto, para sacar a pasear a Rodrigo, que es lo que a él más le gusta. Así como no quiere bajar del auto, tampoco quiere bajar de la bicicleta”, acotó.
Es que la pareja entiende que “lo más importante en ellos es el tema de la motivación, hay que tenerlos motivados constantemente. Eso le ayuda. Pasear lo motiva, lo tranquiliza. Sacarlo a pasear es una obligatoriedad. Salimos todas las tardes en el auto. Vuelve a casa hecho una seda, descansa bien. Si no sale, se pone un poco nervioso, alterado”.
Como si fuera poco, están embarcados en otra brillante idea. “Estamos adaptando un colectivo, queremos armarlo tipo motorhome para emprender algún viaje. Lo compramos hace poco, siempre pensando en Rodrigo. Hablábamos que ya estamos grandes, que él ya cumplió 21, y como le encanta viajar, queremos recorrer la Argentina de esta manera. Conocemos, viajamos bastante, pero con él se nos va complicando porque ya está grande. En colectivo de línea es imposible. Muchas veces grita y, si bien la gente no te dice nada, nosotros nos sentimos un poco incómodos por sus reacciones. Entonces de esta manera es más privado, no molestamos a nadie. Es la sensación que tenemos. Tratamos de buscarle la vuelta para seguir viviendo, seguir adelante. Tenemos que tratar de adecuarlo y tener todo ahí adentro para comodidad de todos. Estamos trabajando con eso”, celebraron.
Precursor de las fiestas
“Luchi” observaba que sus hijos mayores empezaban a salir. Miraba a Rodrigo y pensaba que nunca iba a pisar un boliche bailable, lo mismo que otros chicos especiales. Planteó su inquietud a “Nikhy” Zalazar, quien no dudó en hablar con Gustavo Alvarenga y organizar eventos para ellos como si estuvieran en un boliche. Arrancaron con la fiesta de la primavera, el cumpleaños de 15 de seis chicas, y fiesta de fin de año con elección reina, siempre con la Especial N° 4, que se encargaban de invitar a las otras escuelas. “Veíamos la cara de emoción cuando bajaban las escaleras. Primero hubo quienes cuestionaban, pero experimentando nos dimos cuenta que los chicos se ponían muy feliz. Cuando me veían en la escuela me decían ‘profe’ cuando vamos a hacer una nueva fiesta”.
Todo terminó con la pandemia, “ojalá se pueda retomar después. Será cuestión de organizar. En un principio nos costó, después ya nos pusimos cancheros, y recibimos muchas colaboraciones”.