Lo sabe cualquier padre que tenga hijos, sean adolescentes o no tanto. Para ellos el celular es un apéndice más, una extensión de su mano. Tanto tiempo mirando una pantalla, tanta atención dividida entre las personas que están físicamente con ellos (su familia, por ejemplo) y sus amigos, remotos pero igualmente presentes, probablemente no constituyen un hábito sano del uso de algunos dispositivos.
Los expertos no se deciden en el impacto que tiene la utilización permanente del celular, pero coinciden en que ponerle un tiempo límite es una buena idea (y, de paso, pensar en qué hacen con el celular, y cómo se puede aprovechar mejor el tiempo). Pero las apps para bloquear el uso del dispositivo o ciertas aplicaciones, y los consejos paternales, no siempre tienen el efecto deseado. Es por eso que, este padre de Messanges, un pequeño pueblo de la costa a 150 km de Burdeos, prefirió tomar una solución más drástica.
Compró un bloqueador de señal, un dispositivo que interfiere las ondas de radio que intercambian las antenas de telefonía y los celulares para comunicarse entre sí: la idea era evitar que sus hijos usaran el teléfono desde la medianoche hasta la madrugada: quería que durmieran bien por la noche, y lo que se le ocurrió fue que sin la tentación del teléfono y el acceso a las redes sociales, esto sería mucho más sencillo.
Lo que el hombre no tuvo en cuenta fue la potencia del dispositivo, ya que al encenderlo terminó afectando las comunicaciones de todo el pueblo, de menos de mil habitantes, y de zonas vecinas, al punto que fue notado por la operadora de telefonía móvil local, que le pidió a la ANFR (la agencia de telecomunicaciones francesa) que investigara el caso, ya que venía sucediendo en varias ocasiones, y siempre en el mismo horario
Según cuenta la propia agencia, al encontrar la fuente de la interferencia pudieron hablar con el padre exasperado, que confirmó que lo hacía para evitar que sus hijos se quedaran despiertos por la noche, pero que al parecer no tuvo en cuenta que la tenencia de estos dispositivos está acotada a las fuerzas de seguridad, y es ilegal para el resto de las personas en casi cualquier país; en Francia, por ejemplo, usarlo implica pagar una multa de 30.000 euros y pasar seis meses en la cárcel.
Fuente: La Prensa Gráfica