Cuando se anuncian los incrementos en los precios de los combustibles, se ha tornado una lamentable costumbre que los misioneros debamos pagar mucho más caro cualquiera de las naftas o gasoil por vivir en la frontera.
Lejos de ser tratados de manera especial por las asimetrías que juegan un papel preponderante en la economía de provincias como Misiones, frente a Paraguay y Brasil, el Gobierno nacional decide castigar al conjunto de los ciudadanos con precios mucho más altos como si en esta zona se pagaran los sueldos más altos y hubiera capacidad de pago frente a los tarifazos. Uno detrás del otro, casi sin respiro, en menos de dos meses llegó un 15% más en promedio a los surtidores.
A nivel nacional se mencionó un promedio del 9 al 11% para el incremento anunciado unas horas antes de su vigencia. Así, se puede observar la diferencia con Misiones. En el anterior, ocurrido en enero, mientras se anticipaba un 11% nacional acá se aplicó un 20%.
La excusa casi infantil, habla a las claras de la ineficiencia del Estado para hacerse cargo del contrabando: se ponen combustibles más caros para no incentivar la carga de paraguayos y brasileños en este lado de la Argentina.
Aunque parezca un chiste de mal gusto, hay funcionarios que se creen la estrategia mientras los miles de misioneros que necesitan vehículos para producir, trabajar, moverse cotidianamente o simplemente porque deciden viajar por razones familiares o de turismo con el derecho que los asiste, deben pagar los combustibles más caros de la Argentina.
Pensar que, alguna vez, la Casa Rosada prometió trabajar para que el valor de la nafta y el gasoil se asemeje entre la CABA y Misiones. Van dos golpes seguidos a los bolsillos que las intenciones se mostraron cajoneadas en algún escritorio de los “cráneos” que elaboran estas pésimas decisiones que el pueblo las termina pagando muy caras.