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46 años pasaron de la última dictadura cívico militar en el país, y la memoria está vigente en la cultura argentina, sobre todo en aquellas voces que protagonizaron esta etapa de la historia, y que siguen reivindicando el lema “Nunca más”.
Temas icónicos del cancionero popular como “Rasguña las piedras” dan cuenta de eso, así como también el testimonio de personas como Jorge Hugo Trainer quien, con 77 años de edad, ya jubilado luego de 30 años de trayectoria como profesor de historia en el Colegio Nacional Martín de Moussy de Posadas y en el Profesorado en Historia de la UNaM, contó a PRIMERA EDICIÓN su testimonio de supervivencia, tras ser capturado y torturado en el Regimiento de Infantería 9 de Corrientes, posteriormente llevado a juicio en 2008 por funcionar como un centro clandestino de detención.
Un evento, que resultó histórico por ser el primer juicio oral del interior del país donde se condenó a cuatro exgendarmes, tras una ronda de 80 testimonios, dentro de los cuales estuvo el del profesor Trainer.
Un mundo en conflicto
“Yo todavía pienso en eso, no lo pude superar, aparece en sueños el terror”, reflexionó Jorge quien invocando su profesión de docente empezó haciendo una gran introducción histórica de lo que significó la década de los 60 para la historia, y cómo el país llegó a la dictadura militar en el año 1976.
“Los 60 se presentaron como un escenario favorable lleno de contradicciones que influenció a muchos jóvenes, que luego de la segunda guerra mundial empezaron a tener una serie de cuestionamientos favoreciendo que aparezcan movimientos revolucionarios”, empezó, tratando de introducir el contexto previo a los años 70.
En ese escenario se encontraba este hombre en ese entonces veinteañero, quien luego de dejar Salta, su ciudad natal, y hacer la primaria y secundaria en Jujuy, incursionó en varias carreras como psicología, veterinaria, periodismo, historia en diferentes puntos del país como Tucumán, Chaco y Corrientes, militando siempre bajo el ideal de lograr “un gobierno dirigido por los trabajadores”.
Años de militancia universitaria en su juventud le permitieron conocer sin saberlo a personajes famosos de la historia latinoamericana como Ernesto “Che” Guevara, y haber participado en eventos emblemáticos como el llamado Correntinazo, donde jóvenes universitarios salieron a manifestarse en contra de un aumento del comedor y la disolución de los centros estudiantiles, afirmó.
Recuerdo del Regimiento 9
Al hacer un análisis, “una de las razones por las que estuve detenido fue porque cuando estaba estudiando historia en la UNNE de Resistencia fui consejero estudiantil. Era de un frente que en ese momento se armó con un sector del peronismo”.
Eso, e involucrarse en todas las revueltas universitarias, le valieron estar detenido por más de siete meses en un centro clandestino: el Regimiento de Infantería 9 de Corrientes, en el cual estuvo capturado junto a alrededor de 45 personas, donde conoció algunas historias de compañeros, como él los llama.
Uno de ellos fue Rómulo Artieda quien, tras años como desaparecido, fue encontrado finalmente en el 2006 enterrado como NN en un cementerio de Empedrado Corrientes, e identificado.
“Fue terrible, nos tenían con los ojos vendados, no sólo fue un terror físico sino psicológico, eso me marcó y hasta el día de hoy conservo un formato de guardar silencio”, confesó.
En algunos casos, la vida sigue
Consciente que pudo haber no vivido para contarlo, narró lo difícil que fue ver a compañeros que luego resultaron desaparecidos como Artieda, y demás personas que no tenía identificadas, pero de las cuales nunca supo qué ocurrió.
“Cuando me largaron, tenía que presentarme cada 15 días en el regimiento, iba con un terror porque no sabía si me volvían a meter, o me daban una paliza”, confesó.
Este arduo camino finalmente lo trajo hasta la tierra colorada, “me indicaron que me tenía que quedar en el litoral, entonces no pude volver a mi provincia por temor, me costó muchísimo, hasta el día de hoy me cuesta adaptarme, es parte de lo que tuve que pagar por estar vivo”, expresó.
“Lastimosamente muchos no resistieron, aún después de sobrevivir esa experiencia”, confesó señalando el padecimiento psicológico posterior de quienes sufrieron torturas físicas y psicológicas, y también de aquellas personas que han perdido a sus seres queridos a causa de la dictadura.
“Todavía tengo secuelas”, admitió Trainer. Una de ellas- explicó- es que por mucho tiempo le causó temor escribir en los pizarrones, en las aulas, para cumplir su rol docente, debido a que aparecían una y otra vez los tormentosos recuerdos de aquella época encerrado en el Regimiento 9 de Corrientes, donde lo situaban a esperar de espaldas contra la pared.
A pesar de todo, “siempre pienso que mientras yo estoy vivo, muchos de mis compañeros que eran mejores que yo, ya no están, están desaparecidos o fallecidos y que son más de 30.000”, finalizó.
Un mensaje a las futuras generaciones
Cuando fue consultado por el mensaje que le dejaría a las futuras generaciones, expresó que “lo importante es dejar una semilla para que cada uno la levante y pueda seguir manteniendo la memoria, por una sociedad más justa”. También explicó qué es el “Jallalla”, un lema en quechua que ilustra la entrada de su casa y que según una de sus definiciones significa “buen camino” y se utiliza en acontecimientos de reivindicación política, lucha y sentido de emancipación.
“Lo importante es que esta nueva generación tome conciencia de los derechos humanos, esa es la clave para que puedan mantener la memoria vigente y la verdad sobre todas las cosas”, señaló.
En este marco fue que recordó una anécdota que le ocurrió, en medio de sus 30 años como profesor de historia en el Nacional, precisamente cuando estaba transcurriendo el paso del guardapolvo al uniforme, “se armó un gran debate por ese tema, un alumno se acercó a mí y me preguntó, profesor ¿qué ocurre con el tema de los uniformes? y ahí le respondí, lo importante es que no te uniformen la mente”, mencionó entre risas y concluyó “yo ya estoy dispuesto a dejar que mi camino lo sigan las personas más jóvenes”.