Al promediar la pandemia y en momentos que como trabajador esencial “le ponía el pecho a la situación”, la vida de Carlos Alberto “Charlie” González produjo un giro inesperado al darse cuenta que en la mama derecha se estaba formando un tumor cancerígeno. Contó que por esos días cumplía tareas por unas horas y después “me encerraba en el departamento a cumplir con el aislamiento. Un día, haciendo flexiones de brazo, por un reto que me hizo un amigo, mi pecho quedó apretado contra el piso y sentí un dolor que no puedo describir”.
Preocupado, acudió a una profesional médica, que le pidió imágenes de la mama para ver qué estaba ocurriendo. “Dejé pasar un tiempo, tal vez por temor al resultado. La cuestión es que, en lugar de desaparecer, se hacía sentir cada vez más. Finalmente, en las imágenes se veía algo de forma irregular, que llamó la atención del médico y pidió que se me realice una punción. Otra vez dejé pasar unos días, casi sabiendo de que se trataba, ya que tenía información del cáncer de mama porque el trabajo que realicé junto a las damas de Aluccel Eldorado”, manifestó, quien recibió el diagnóstico -poco frecuente en hombres- el 10 de mayo de 2021. Aseguró que en ese momento entró en shock y estalló en llanto, mientras “me cruzaba a otra habitación donde estaba mi madre, Marta, que había viajado desde Corpus para esperar el resultado. A partir de ahí comenzó otra parte de la historia de mi vida”.
Ante semejante diagnóstico, “Charlie” se preparó para quedarse en Eldorado a enfrentar la situación. Había encontrado oncólogo e incluso “tenía el rótulo de oncológico en el IPS, la obra social que fue y es de tanta ayuda”. En eso, aparecieron unos amigos que le ofrecieron continuar el tratamiento en el Hospital Madariaga, y en junio se mudó junto a su mamá y su hermana, que viven en Corpus, porque la distancia a Posadas era menor. “Tomé al pie de la letra las palabras de los médicos que me decían que era para ocuparse, no para preocuparse. Tras los estudios, esperé la cirugía y el tratamiento posterior. El 5 de julio, me operaron los mejores profesionales que me practicaron una masectomía (me sacaron la mama y el músculo). Tras el alta, a las 24 horas me fui a casa, con un recipiente colgado de mi axila para drenar la sangre”, narró, quien lleva una vida social y laboral “muy linda y variada”.
Aseguró que su familia (mamá Marta, hermana Ángela Natalia, sobrinas Bianca y Carolina y sobrinos, Nicolás y Juan -hijos de su hermano fallecido-) estuvo desde el primer momento y siguen pendientes a la distancia. “Tal vez no podría estar tan bien si no fuera porque me contuvieron y acompañaron”, comentó.
A tres meses de la cirugía “empecé a recomponer otra parte a la que damos poca importancia, que es la salud mental. Encontré a la psicóloga María Quintana, que me enseñó a sobrellevar y a comunicar lo que me pasa. A diez meses del diagnóstico y con un tratamiento de hormonoterapia, que se extenderá por cinco años, regresé a mi casa, a mis actividades -aunque con horarios reducidos- y a volver a abrazar a mis amigos, a los que en un primer momento me negaba ir a verlos. Por suerte, todo pasó”, celebró quien, entre otras tantas cosas, trabaja en radio y en la conducción de eventos, y anteriormente repartía su tiempo como presentador, realizador de programas de televisión, y una productora de eventos, desfiles y promociones.
En su mensaje, expresó que “cuando sientan algo que no es de tu cuerpo, que te causa molestia, malestar o está ocupando un lugar que no debe, recurran a los profesionales, no te dejes ganar por el miedo y no dejes que las situaciones de la vida rebalsen el vaso de la salud mental, que es primordial en todo esto. Siempre aconsejo que hablen de sus dolencias de sus malestares porque exponerlos, es una buna manera de sacarse la mochila de encima. Mientras, sigo con mi tratamiento, con mis estudios y, sobre todo, con mi vida”, dijo “Charlie”, quien nació en Eldorado, en el seno de una familia muy unida y de lindas reuniones de domingo en la casa de los abuelos maternos.
Agradeció a todos “los que estuvieron con una palabra de aliento, una oración y entendieron la situación”, y recordó que en el momento en que supo el diagnóstico, “quedé sin saber para donde correr, hasta que acomodé las ideas. El día antes de la cirugía, el día de la internación y el día que me sacaron la venda elástica que me sostenía la cicatriz y la otra mama, fueron terribles. Al momento que la herida quedo expuesta fue muy duro. Salí del consultorio, subí al auto y en el viaje me largué a llorar, como parte del duelo”.