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Como cada 27 de marzo, hoy se celebra el Día Mundial del Teatro, fecha instaurada en 1961 con el principal objetivo de dar a conocer lo que representa esta expresión artística en la cultura global.
Durante esta fecha, se realizan actos y eventos relacionados con la escena en todos los países. En Argentina, así como en la provincia, las actividades se fueron desarrollando durante toda la semana, con obras gratuitas en diferentes salas, plazas y barrios, todo a fin de acercar la expresión artística a la población.
Una de esas puestas en escena fue la obra “Solo quiero…”, escrita por Maximiliano Scheibe y Diego Acuña, y con las actuaciones de Bárbara Hobecker, Agustín Delpiano, Diego Tachile, Marilyn Melo Fajardo y Nahuel Quintana, además del diseño escenográfico e iluminación de Andrés Toneatto, que se presentó de manera gratuita el pasado miércoles en la Sala Tempo (3 de Febrero 1916), en el marco del programa Argentina Florece Teatral.
Hasta allí se acercó PRIMERA EDICIÓN, para charlas con los protagonistas acerca de este ambiente que eligieron para expresarse y desarrollarse. Un espacio mágico que permite acercar al artista con el espectador como ningún otro.
“El teatro es encuentro, es el aquí y ahora de lo que sucede en ese momento, donde ninguna función nunca será igual a otra. Eso también me parece que es lo interesante, que a nosotros mismos nos atrae como espectadores. Cuando vamos al teatro sabemos que eso que está sucediendo es de verdad, en ese momento, y que es irrepetible”, definió Marilyn.
“Me parece una actividad inmensamente humana, donde uno aprende muchísimo, porque te permite jugar distintos roles, ya sea como director en una obra, de actor en otra, luego ser técnico, o simplemente ayudar desde lo que se pueda”, consideró por su parte Andrés.
El trabajo y la formación, siempre de la mano
Trabajar en el teatro independiente tiene sus dificultades, pero también atrae muchas otras cosas buenas. La diversidad de estilos, espacios y grupos, permite a los actores ir rotando constantemente por los escenarios, aprendiendo y formándose en el proceso.
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“Los roles son rotativos, todos nosotros somos actores, pero también muchos somos directores, puestistas, técnicos, dramaturgos. Está buenísimo esa cuestión de que los grupos sean flexibles, antes había una estructura donde el director siempre era al mismo, los actores sólo actuaban”, contó Marilyn.
Por su parte Diego Acuña explicó, que “en cuanto al elenco de esta obra, cada uno de nosotros tenemos otros grupos, participamos en otros proyectos, no es que por hacer una hora con un equipo vas a trabajar con ellos toda tu vida. Yo así fui aprendiendo, cuando empecé en el teatro todavía no había una escuela acá (en Posadas), mi formación fue con diferentes grupos y directores”.
De la misma manera coincidió Diego Tachile, quien resaltó: “Podés sacar algo de todos los amigos con los que vas trabajando, cada uno se va a capacitando, perfeccionándose en cualquier rol o rubro, y eso también a la hora de trabajar juntos te transmiten. Eso es lo lindo, que te vas enriqueciendo como actor y también como crítico”.
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“Por otra parte formas vínculos que son súper fuertes y a la vez efímeros, porque la obra puede durar, no sé… uno, dos o tres años como mucho. Después se termina y se diluye, pero el vínculo permanece. Ese proceso de formación y del trabajo en la obra es increíble, solamente haciéndolo te das cuenta de lo que es”, añadió Andrés.
A su vez, Bárbara destacó el caso de “Solo quiero…” en particular, donde todos los aspectos técnicos son llevados por los mismos integrantes del staff, quienes también saben lo que es estar en las tablas.
“Lo que me parece importante de este proyecto es que todo está gestado dentro del grupo. El autor, los directores, la apuesta técnica, todo sale desde el mismo equipo, entonces tener la suerte de actuar en una obra donde el autor de la misma está adelante tuyo y te está dirigiendo me parece que es algo súper valioso. Eso no es algo que se da siempre, de hecho, es la primera vez que me pasa, esos son detalles muy valiosos”, dijo.
Para Maximiliano, el teatro es trabajo que requiere un constante aprendizaje. “Por ahí mucha gente dice ‘yo me puedo subir a un escenario’, pero no es tan sencillo. Exige mucho tiempo de estudio, de ensayos, y mucha dedicación. También horas en la casa, viendo vestuario, practicando secuencias, partituras, leyendo muchos textos de diferentes áreas, tanto de pintura, como de música o arquitectura, nutriéndote de muchos lados, y es un gran esfuerzo que por ahí mucha gente todavía no lo valora completamente”.
“Es una carrera que te exige todo el tiempo estar formándote, para seguir produciendo distintos grupos y talleres, porque también enseñamos y compartimos lo que aprendimos a otras personas que recién están empezando”, consideró Agustín.
Mientras que Nahuel agregó: “Muchos compañeros, además de la actuación, empezaban a fijarse en otras cosas. Yo por ejemplo empecé a mirar el tema de la música para teatro, una amiga sobre vestuario, otras en iluminación, entonces cada uno va encontrando su rol y se va expandiendo a partir de eso”.
Más espectadores
Por otra parte, Marilyn se refirió al cambio que se está dando respecto a la valoración del espacio, y la condición de los actores como un trabajador real. “No todos los teatristas pueden vivir del teatro en Misiones, la mayoría como yo nos dedicamos a otras cosas. Pero cada vez hay más chances, y está buenísimo que siga creciendo, sobre todo para las nuevas generaciones, que pueda tener una salida laboral, que realmente el arte sea un trabajo digno”.
En la misma línea, Diego Acuña llamó a que más personas apoyen el rubro. “Sostener esta actividad cuesta un montón, tenemos que hacer otros trabajos paralelos para poder bancar, y es importante resaltar que a veces también tenemos la ayuda de organismos, que están creados para apoyar el trabajo del teatrero independiente. Pero obviamente tampoco es un sueldo estable que sabés que vas a cobrar todos los meses, es trabajar cinco o seis meses para cobrar una vez, por eso me parece muy importante esto de incentivar a que el público cada vez nos acompañe más”.
“Me parece que está bueno que los espectadores se acerquen y pongan el ojo en el teatro, porque se van a sorprender de la calidad que habita en la ciudad o en la provincia. Que le den una oportunidad a ver una obra, por ahí es una buena propuesta en lugar de ir a la costanera, pensar ‘¿qué pasa si voy a ver una obra de teatro?’, darle esa chance a ver qué te transmite el teatro”, consideró Barbara.
Iniciarse en el teatro
Por último, los actores brindaron unas palabras para todas aquellas personas que quieren o estén iniciándose en el mundo de las tablas.
“Les diría que se animen, que insistan, investiguen, busquen. Hay muchas herramientas, recursos, y lugares. La cuestión está en uno, en tocar esas puertas, en abrirse esa posibilidad, y después cuando entraste ya no salís más”, dijo Maximiliano.
Por su pate, Bárbara analizó: “El teatro no empieza ni termina arriba del escenario, sino que empieza mucho antes. Es un mundo de investigar y de trabajar el cuerpo, que se conecta con todas las demás artes… es una actividad muy rica y muy basta. El escenario es como la punta del iceberg, hay todo un mundo atrás que no se ve, pero que es laburo y que está buenísimo”.
El efecto de la pandemia
La llega del coronavirus en 2020 causó estragos no sólo en la sanidad, sino también en muchas actividades culturales como lo es el teatro. Pero la actriz Marilyn Melo Fajardo, consideró que, a pesar de todo, la pandemia consiguió atraer más público.
“Yo creo que en el teatro se dio un fenómeno que es la pospandemia, por decirlo de una manera. Lo que pasó es que con el COVID se cerró todo y se empezó con el tema de la virtualidad, donde realizaron obras por distintas plataformas, que trajeron una gran discusión sobre si realmente eso era teatro o no. Pero por sobre todo, inició otra vez a poner el acento en la cuestión del convivio, el estar en un mismo espacio presencial, donde estábamos todos juntos viviendo una experiencia”, analizó.
“Una cosa que generó la pandemia fue que cuando empezaron a levantarse las restricciones, la gente empezó a buscar encontrarse con personas de carne y hueso, entonces el teatro fue una de las posibilidades. Nosotros no podíamos actuar en las salas, pero por suerte hubieron programas del Estado que de alguna manera impulsaban el teatro en los espacios abiertos, en las plazas, en los barrios”.
“Entonces creo que el teatro, sobre todo en Misiones, empezó a tener mucha fuerza, porque empezó a salir de las salas y empezó a verse en la calle. Eso también hizo que cuando estas se empezaron a abrir, mucha gente que nunca había visto una obra empezó a ir a las salas, por eso hoy (por el miércoles) estaba lleno, y si vas a cualquier función habrá mucha gente”, continuó la actriz.
“De alguna manera, para nuestra actividad fue provechoso de cierta manera. También pienso que la gente se saturó de la virtualidad, y eso fue lo que hizo de que alguna manera buscaran salir y conectarse con la gente. Fue algo que impulsó la pandemia, y creo que este auge que hay en el teatro se debe un poco eso”.
Acerca de “Solo Quiero…”
La obra interpretada por el grupo “Al Lado del Sol Vivo”, narra la historia de “cinco personajes, caminantes de la noche oscura, una noche que nunca muestra toda la verdad. Avanzan y retroceden mientras agonizan sumergidos en el efímero cronotopo del ser, en el rato soporífero y breve en el que reside el amor. Los mismos, buscan ansiosos el sentido de la existencia, el calmante final y efectivo para tanto vacío, soledad, engaño, dolor”.
Este proyecto, ganador de la “Beca de Creación 2021” del Fondo Nacional de las Artes, toca temas como la soledad, los vicios, los vínculos, las emociones y una ciudad de noche que ensombrece o aclara realidades y perspectivas.
“En el año 2020, en plena pandemia, fui becado por el Instituto Nacional del Teatro para perfeccionarme. Eran clases orientadas a dirección y puesta en escena, con cuatro módulos en iluminación, trabajo con actores, dramaturgia y puesta lumínica”, relató Diego Acuña.
“En la parte de dramaturgia, un profesor me dijo que podía invitar a alguien al curso, ya que estábamos siempre por Zoom. Así, con Maximiliano y un par de amigos nos sumamos a tomar esa clase donde cada uno tenía que escribir una obra. Fue Maxi quien empezó a escribir este trabajo y después, con el tiempo, la seguimos leyendo y modificando, hasta que decidimos llevarla a escena porque nos gustaba como había quedado”, recordó.
Una de las fortalezas de esta propuesta es que tiene cierto final abierto que invita a la reflexión del público.