
En abril del 2022 se conmemorarán los 40 años de la gesta de la Guerra de Malvinas. A través de la historia de Norberto Olivera, quien participó del enfrentamiento, vamos a recordar el conflicto, honrar a los veteranos de guerra y reafirmar el reclamo de soberanía sobre las Islas.
Con tan sólo 19 años Norberto fue convocado, luego de terminar la “colimba”, como se llamaba al servicio obligatorio militar. “Cuando me convocaron vivía en Puerto Iguazú y trabajaba en una empresa. Hice el servicio militar en la Compañía de Ingenieros 3 de Monte Caseros, Corrientes. Después de 5 meses de haber salido de baja, me convocaron para reincorporarme e ir a Malvinas”, recordó el excombatiente.
En su relato a PRIMERA EDICIÓN que prefirió escribir antes que hablar porque todavía se le hace difícil hablar del tema, relató que su arribo a las Islas se habrá dado entre el 14 y 20 de abril. “La Compañía de Ingenieros, donde prestaba servicio, nos encargábamos de minar los campos en diferentes lugares”.
Agregó que “fueron días difíciles, más por el frío ya que nosotros no estamos acostumbrados a tan bajas temperaturas y por la falta de comida y bombardeos constantes de los ingleses”.
El último lugar donde recuerda Olivera que estuvieron fue el Puerto Howard, donde “el 10 de junio, creo, nos rendimos”.
El lugar al que hace referencia Olivera era un establecimiento ganadero (a cargo de un administrador local llamado Mr. Robert Lee) que se dedicaba a la explotación de ovejas. Estaba ubicado frente a la bahía del mismo nombre y lindante al estrecho de San Carlos. En Puerto Howard vivían unas diez familias que se encargaban del funcionamiento del establecimiento.
Luego de esta situación, junto a otros compañeros, Olivera estuvo “prisionero a bordo del buque ‘Canberra’. Llegando a Puerto Madryn el 20 de junio. Fue una alegría, porque regresamos vivos y lo primero que pensé era en mi familia”, contó el veterano.
Aunque ya estaban fuera de las Islas Malvinas, el reencuentro con la familia debió esperar. “Antes de regresar a mi casa, estuvimos en recuperación en Campo de Mayo, ya que la mayoría de los que regresamos, volvimos con muy bajo peso. Creo que, en el mes de julio, recién pude volver a mi casa junto con mi familia”.
Junto con el ticket de regreso de las Islas, cada soldado recibía un instructivo con las normas de convivencia para el viaje, tanto en inglés como en castellano. En el mismo daba los avisos para el personal argentino a bordo del buque Canberra. Comenzaba la misiva diciendo que querían que regresen a su destino, lo más rápido posible y luego daba indicaciones sobre las guardias, comidas, ventanas y fumar.
Explicaban también que no había camas, por la cantidad de personas que viajaban. Además indicaban que debían estar en sus cabinas de 22 a 7 y mantener limpios los sanitarios y duchas.
Durante las comidas, les daban un cigarrillo por persona, aunque no les permitían fumar en las cabinas ni tampoco tener fósforos en las mismas.
Anécdotas
Un recuerdo que siempre tiene presente es la osadía que cometieron con su compañero Colman, de Paraje Libertad, Corrientes. “Estando en pozo de zorro (zanja de 1,60 de profundidad por dos metros de ancho) donde vivíamos con mi compañero, los kelpers (habitantes de las Islas Malvinas) faenaban vacas y dejaban colgado en una fiambrera. Nosotros salíamos por la noche y les robábamos por pedazos. A la mañana, sólo les quedaba el esqueleto de la vaca”. Además, contó que, en el pozo zorro, se cocinaban con la turba, un carbón mineral. “Ya que comíamos una vez por día, una sopa que hacían con tres ovejas para 1.000 soldados”, revivió.
Reinsertarse
Norberto Olivera actualmente tiene 59 años, es guardaparque, vive en San Ignacio y trabaja para el Ministerio de Ecología. Cuenta que posee una linda familia, conformada por su esposa Lidia, sus hijas Michaela y Maira, además de dos nietos; Pía y Vittorio. “Doy gracias a Dios de estar vivo y haber defendido mi Patria y mi Bandera, con mucho orgullo”, afirma.
Hoy, exhibe honroso sus tesoros preciados, su placa identificatoria, diploma y ticket del barco que lo trajo de regreso de Malvinas junto a sus seres queridos. El hecho de poder regresar, reencontrarse con sus seres queridos y lograr avanzar en su vida, cada 2 de abril, celebra como si fuera su cumpleaños.
Si bien no fue la misma realidad para todos los que volvieron, a Olivera no le costó su reinserción en la sociedad. “Volví y continué trabajando. Salí adelante con el apoyo de mi familia”.
En cuanto al reconocimiento que reciben los excombatientes, para Olivera todavía falta. “A todos los que realmente estuvimos allá, siendo tan jóvenes sin ninguna experiencia de guerra. Ya que hay compañeros que se quitaron la vida y otros no quedaron bien. Es triste, porque sólo nos recuerdan cada 2 de abril, en un acto de media hora”.
Desde su punto de vista, los “podrían ayudar con un poco más de reconocimiento, tanto económicamente como en salud, ya que hay muchos que no tienen un trabajo por diferentes motivos”.