Es por lo general el Viernes Santo que muchos salen a recorrer la vera de las rutas o caminos misioneros en busca de “Marcela” o “Marcelita”, una hierba medicinal de flores amarillentas y un aroma muy particular.
Pero quienes no pueden hacerlo o prefieren quedarse en casa en ese día tan particular, se anticipan y la compran a quienes saben del tema.
Por lo general, la gente la toma como un digestivo, aunque varían las especificaciones en cuanto a la cantidad necesaria. Dicen quienes saben que con sólo tres flores se puede preparar un litro de infusión.
Pero es en Semana Santa cuando más se demanda. Muchas son las personas que cada Viernes Santo, particularmente antes que salga el sol, detienen su marcha para recoger estas flores que suelen crecer en pastizales al borde de los caminos. La acopian justamente ese día, con la expectativa de que la fecha incremente sus propiedades medicinales.
Además, aprovechan para reunir una cantidad considerable y así poder consumirla durante todo el año, además de compartir con familiares o vecinos, ya que no es fácil de conseguir porque florece una sola vez al año.
La Marcela es un arbusto que alcanza aproximadamente un metro de altura y que por lo general florece en marzo.
De color amarillo, florece en pequeños racimos. Las hojas son de color verde pálido grisáceo y se destaca del resto de la vegetación del campo tanto por su aspecto como por su aroma.
La tradición de recolectar “marcelita” el Viernes Santo involucra a toda la familia, y también se mantiene en el Sur y el Sudeste brasileño.
Es una costumbre muy utilizada para el tratamiento de diversos problemas de salud, como trastornos estomacales, calambres nerviosos, epilepsia, diarrea, inflamación, dolor, entre otros.
Además, utilizan estas flores, a menudo, para rellenar almohadas para bebés, ya que consideran que tiene efectos calmantes.
En Japón mostraron que los extractos de las flores de esta planta inhiben en gran porcentaje el crecimiento de células cancerosas. Por su parte, investigadores americanos descubrieron propiedades antivirales in vitro del extracto de agua caliente de linfoblastóideas flores secas contra las células T infectadas con el virus del VIH.
Estas flores crecen en Venezuela, Colombia, Bolivia, en el Río de la Plata, Sur de Brasil, Paraguay, Uruguay, descendiendo por toda la Argentina, hasta Río Negro.