El Banco Mundial se sumó al lote de organismos, especialistas y políticos que desestiman las proyecciones inflacionarias y de crecimiento oficiales hacia fin de año. Precios más caros y un PBI que no alcanzaría a cubrir el terreno perdido se afirman como las posibilidades más concretas al tiempo que los gremios comienzan con las discusiones salariales… las de este año y las que quedaron pendientes de 2021.
Pero sobre qué base puede negociarse un salario cuando absolutamente todas las variables de la estructura económica sufren de distorsiones, escaladas, especulaciones y horrores políticos.
Sentarse a discutir una paritaria sin saber lo que puede suceder el próximo mes y con proyecciones tan erráticas como las actuales es exactamente lo mismo que elaborar un proyecto de presupuesto con bases testimoniales y previsiones de relleno que es, al fin y al cabo, lo que hizo el Gobierno nacional obteniendo a cambio el rechazo del Congreso.
Atenerse a la proyección inflacionaria parecería ser el camino indicado para que los salarios pierdan lo menos posible.
Pero la crisis es tal que la inercia de los precios borra cualquier dato firme y el sueldo que se negocie hoy queda viejo en apenas semanas