Me conmueve la riqueza de las celebraciones de este tiempo litúrgico, la Pascua de Resurrección es el signo de la PAZ, Jesús nos enseña que la confrontación no es el camino.
Me permito citar a mi mamá, una persona de corazón abierto, sincero, generoso quien alguna vez en su saludo pascual me escribió “Cae en la liturgia de Semana Santa el dolor de la entrega del amor al prójimo, con el corazón abierto para todas las lealtades de la fe, y la Divina Providencia nos devuelve en la Pascua la precisión de aquel amor, en la gloria de volver a nosotros. Pensemos que el Señor no puso en vano un rayo de alegría dentro del alma y sobre el humo de la tierra triste, el eterno hogar de la esperanza en su Resurrección. Es una cuestión de ida y vuelta de un gran amor y la paz encontrada al recuperarlo. La paz del hogar”.
Esta idea de volver a nosotros para poder darnos de mejor manera a los demás, es el desafío que nos plantea la Pascua, es una invitación a asumir como propio el sentimiento del otro.
La entrega de Jesús es difícil de entender porque el amor al prójimo es hermoso conceptualmente aunque todo un desafío cuando se trata de vivirlo plenamente.
La resurrección de Jesús no es un acto de venganza por lo que sufrió, es un acto de superación espiritual, de trascendencia. Jesús no se pone a atacar a quienes lo agreden, Jesús los trasciende, un gesto de grandeza que sólo desde el amor puede sostenerse.
Es la resurrección de la esperanza que nos indica que es posible sostenernos en la vida amando al prójimo.
Es la vida que triunfa cuando el encuentro con el prójimo supera al egoísmo. Es el hombre que se construye como tal haciendo de la adversidad una herramienta.
Esta capacidad de renacer ya está en nosotros pero la tapamos a diario con juicios, críticas, egos, rutinas, ansiedades y miedos y me pregunto: ¿Qué tenemos que dejar morir en nosotros para poder resucitar?
Hoy se celebra la reconciliación y la concordia, salgamos de nosotros mismos, de nuestros esquemas habituales, para comenzar nuevamente. Salgamos de nuestros fracasos, nuestros corazones cerrados, perdonemos y amemos. La Pascua no nos trae una experiencia triunfalista sino existencial, se trata de amar, es el camino hacia la paz y todos podemos lograrlo. Amar es cosa de valientes, amemos, amemos sin parar.
Felices Pascuas de Resurrección.