En agosto van a cumplirse siete años de una denuncia contra un maestro. Fue efectuada por los padres de una niña que entonces tenía 11 años. En la presentación judicial, acusaron al docente de haber realizado tocamientos a la menor en varias ocasiones dentro de la institución escolar. La niña inclusive pidió ayuda a la directora para que la cambiaran de grado, para no volver a tener que sufrir las situaciones de abuso. La fecha de debate para esta caso fue fijada para el próximo 19 de mayo en el Tribunal Penal de Oberá.
El acusado, de 56 años, deberá comparecer por la imputación de “abuso calificado” artículo 119 del Código Penal, el cual prevé una pena de entre 6 meses a 4 años de prisión. Pero si se tiene en cuenta los agravantes, de haber sido ejercido por alguien con relación de poder sobre la víctima, la pena podría superar los diez años de prisión de ser hallado culpable.
Los progenitores se enteraron de lo que sucedía cuando la directora de la escuela y el mismo docente llegaron a la casa para contarles que su hija había acusado al maestro de haberla manoseado. Les aclararon que el docente negó las acusaciones frente a la niña y frente a otra docente que estaba de testigo. La directiva y el sindicado le pidieron que no denunciaran el hecho, que fueran al establecimiento a seguir la charla. Le solicitaron que hablaran con la niña para convencerla que estaba equivocada en sus dichos.
Luego, la progenitora le preguntó a su hija qué le había pasado y ella le confirmó que su maestro la había manoseado, que inclusive le había bajado sus prendas para toquetearla. No se lo había contado antes porque temía que él se enojara, dijo la madre.
Una supervisora escolar advirtió a los padres que tuvieran cuidado con la denuncia, porque si la niña mentía, ellos iban a perder su chacra y la escuela iba quedar muy mal vista. Los padres hablaron con su hija y ella les aseguró que era cierto lo que les había contado. Decidieron esperar la pericia de Cámara Gesell.
Según el relato de la niña en esa pericia, citó los abusos en un kiosco que está en la escuela y la última vez en un aula, donde el docente le habría preguntado si sabía hacer el amor. Le regalaba cosas para que no contara nada. Contó todo de forma coherente por lo que los psicólogos dieron por creíble el relato. Esto motivó que los padres avanzaran con la denuncia hasta las últimas consecuencias.
Se espera que declaren al menos una docena de testigos entre docentes, peritos, conocidos de la familia, los padres, entre otros. La querella de este caso estará representado por la defensora María Cristina Salguero mientras que la defensa del acusado estará a cargo de un defensor oficial. No se descarta que pueda abreviarse el proceso, al cual el encartado llega en libertad.
Este mismo docente tendría otra denuncia de tenor similar y hasta más grave efectuada por una sobrina.