Mientras la velocidad de la crisis se devora en minutos los endebles efectos de los anuncios económicos que desarrolla y lanza a diario el Gobierno argentino, la crisis política sigue deglutiendo las posibilidades de encontrarle una salida al meollo en el que nos fueron metiendo, justamente, esos que hoy se sacan los ojos por los actuales espacios de poder y por los que puedan generarse en el corto y mediano plazo.
Incapaces de ver más allá de sus ambiciones personales, tanto dirigentes del oficialismo como los de la oposición siguen encajados en luchas intestinas, dirimiendo a quién le toca la próxima gestión, aun cuando esa próxima sea para administrar la enorme miseria y la crisis que generan hoy con su conducta egocéntrica y vanidosa.
Quizás llegue el día en el que las urnas, único camino posible ayer, hoy y mañana (siempre hay que decirlo), deslegitimen a todos y así comprendan que aquello que declaman elegantemente en sus discursos tendrá que verse alguna vez en la práctica.