Es tan cierto que para dar lo mejor de nosotros en la juventud, la fuerza, resistencia y capacidad reproductiva, termina por destruirnos. Un proceso que quizá pueda revertirse o modificarse en un futuro.
En un futuro lejano, por más que les pese a los que les encanta hablar, aunque no probar, que la criogenización no otorga vida eterna. Despertar a los muertos, pregúntenselo a Walt Disney.
Lo cierto es que está demostrado que una reducción de la ingesta calórica ralentiza el envejecimiento y que una dieta, parece adquirir una dimensión capital a la hora de dar con estrategias realistas y no de ciencia ficción que retrasen la visita de la Parca.
De ello dan fe muchos científicos, los que sostienen que una buena dieta y ejercicio físico es el verdadero plan maestro para mantener el cerebro y el cuerpo en forma. Porque sin un cerebro en forma, cualquier remedio para mantenernos saludables es inútil, o cuando menos insuficiente.
La longevidad y un buen funcionamiento cognitivo van de la mano, juntamente con un buen metabolismo y genética.
Comer sólo pollo de granja, huevos y arroz integral para marcar bien los abdominales, puede convertirnos en los pacientes con los abdominales mejor definidos del asilo para enfermos de Alzheimer.
No hay dietas mágicas, ni cirugías, ni tratamientos mágicos, una alimentación saludable, vida sana y ejercicio nos ayudarán a llevar el paso del tiempo en forma óptima y alegre. No somos dioses inmortales.
Las terapias “antiaging” o de “regeneración celular” se vienen investigando e incluso aplicando desde hace décadas y ayudan, pero es la industria cosmética la que más réditos saca de procedimientos que en realidad ofrecen mucho menos de lo que prometen, a menudo de manera temeraria.
No resulta creíble que la regeneración a nivel superficial que aseguran ciertos laboratorios respecto a las cualidades rejuvenecedoras sus cremas, y mucho menos dar con una píldora mágica o procedimiento universal que nos convierta en Benjamin Button.
Existen, debemos reconocerlo, demasiados frentes abiertos como para que alguien se atreva a afirmar que tiene en el puño de una mano el elixir de la eterna juventud. Hasta que el futuro esté aquí con sus promesas de regeneración y longevidad: coman poco y saludable, beban con moderación, no fumen, no drogas de la felicidad y mucho ejercicio.
Llegaremos a viejos y, con suerte, para entonces, aún nadie habrá averiguado la fórmula del dichoso elixir de la eterna juventud. No tendremos que lamentarnos de ver morir a todos los que nos importan y quedarnos aquí para ver vivir a los que no nos importan nada.