Iboty, Sapucay, Pipoka, Tatati, Yasy, Irupé, Yeruty y Aguaribay son los hijos adoptados por “Pipi y Bebu” quienes, a pesar de sus profesiones y actividades diarias que nada tienen que ver con los animales, les dedican buena parte de sus vidas a cuidarlos, quererlos y recuperarlos.
Amelia “Pipi” Thomas reconoce que casi como en un cuento para niños “aquellos seres provenientes de orígenes disímiles y destinos inciertos y dudosos, encontraron en El Capueral contención y apoyo para desarrollarse libres en un ambiente natural y saludable, y son un ejemplo de convivencia y solidaridad”.
Ella se desempeña en marketing y él (Rodrigo Ramirez) es arquitecto, están juntos hace once años y la vida les enseñó que hay otras formas de ser padres y conformar una familia, con variedades y especies ensambladas.
Inquietos, como los animales que cuidan, reparten sus vidas entre El Capueral ubicado en Cerro Corá y Posadas, con gran parte de la manada a cuestas, como corresponde a “una familia numerosa”.
Al referirse a sus pequeños cuentan “Pipi” y “Bebu” que Iboty es la segunda weimaraner que reciben, vino de Asunción (Paraguay) y llegó seis meses después de perder a Chipa (la primera weimaraner). Al año se sumó Sapucay desde Santa Fe, con una madrina de lujo: Agustina De Llano. También está Pipoka (salchicha) que se acopló desde Santa Ana y más tarde adoptaron a las gatas Yasy y Tatatí.
Las últimas en sumarse a la manada fueron las yeguas Irupé y Yerutí. Sin olvidarse de Aguaribay, la vaca rescatada y con humor dicen que “tienen la vaca atada”, pero es sólo retórica porque Aguaribay pasta tranquila por todo el predio como todos.
La pareja tuvo que sortear estados de abandono; con riesgo de vida y todos con necesidad de atención y cariño, que ellos se ocupan de darles.
Estos rescatados encontraron un lugar especial, viven y comparten en familia. Les contaremos más porque esta vida es ¡apasionante!