Más allá de que el optimismo por algunos datos positivos de la economía que, sin embargo, siguen sin percibirse en lo cotidiano, la decisión de Martín Guzmán de volver a correr el mes en el que la inflación se desacelerará y de subir el techo del Índice de Precios al Consumidor de 2022 a 60% no lo exime de sus propios plazos.
El titular de Economía tiene unos pocos meses para demostrar que posee los conocimientos y las herramientas para frenar la inercia de los precios, el drama que hoy se cierne sobre la población y que le impide al Gobierno exhibir logros en materia económica.
Guzmán prevaleció en la fuerte interna del oficialismo y se quedó con enormes cuotas de poder en detrimento, incluso, del propio presidente Alberto Fernández.
Por tanto, el contexto sigue siendo desfavorable para el alfil del mandatario. La inflación no detiene su marcha, su “desaceleración” es invisible (al igual que los crecimientos) y los tiempos se agotan. El consumo se enfría al igual que el país mientras se hacen evidentes los problemas energéticos y de suministro de carburantes. Si no surgen nuevas vías para la obtención de recursos, la emisión volverá a ser la respuesta y con ello se volvería una certeza culminar el año muy por encima de aquel 60%.