Hace casi tres meses, el pasado 10 de marzo, se establecía un aumento escalonado de las tarifas de colectivos en Posadas -y casi de inmediato para el resto del área metropolitana: Candelaria y Garupá- con el compromiso de mejoras en el servicio.
Desde entonces, sólo un punto de ese decreto se cumplió: el “boletazo” que llevó el pasaje mínimo (urbano y con SUBE) a 30 pesos y el que desde hoy lo eleva a 40 pesos (60 pesos sin tarjeta). Y el precio máximo (de Posadas a Candelaria y viceversa, sin plástico) se dispara a 90 pesos.
De las mejoras, sin embargo, no hay noticias ni se las espera. No se incorporaron más frecuencias para que la gente no viaje como ganado, las unidades siguen en las mismas o peores condiciones, no se sumaron lugares de venta de tarjeta SUBE ni se extendió la apertura de las estaciones de transferencia a los horarios que los usuarios necesitan.
Incluso en estos tres meses la ciudadanía quedó “a pie” por varios paros gremiales que se produjeron sin que las empresas adoptaran medidas para garantizar un servicio mínimo, como corresponde en esos casos, y sin que nadie les obligara a hacerlo. Otras veces se mantuvo hasta último momento la incertidumbre de saber si uno podría llegar a su trabajo o a la escuela por sucesivos anuncios de medidas de fuerza que luego no se concretaron, pero dejaron en evidencia hasta qué punto los usuarios son rehenes de un mal llamado “servicio”.
Ahora llega el premio a tantos incumplimientos en forma de aumento tarifario que todavía tendrá un tercer capítulo en agosto, cuando el pasaje en Posadas se vaya a 50 pesos con tarjeta SUBE y 70 pesos sin ella, mientras que ir a Garupá costará 65 pesos y 90 respectivamente, y a Candelaria 76 pesos con plástico y 100 pesos sin él.
Es de esperar que para entonces (o mejor hoy mismo, en coincidencia con el “boletazo”) se cumpla también el resto de la ecuación: el de los beneficios para el usuario en forma de mejoras en el servicio. Porque si no, seguirá quedando la sensación de que una cuestión tan sensible para la vida de las ciudades como es la movilidad se continúa entendiendo únicamente como un negocio para unos pocos.