Conocernos más, entender lo que nos pasa, lo que sentimos, nos permite desarrollar una perspectiva desde donde elegir mejor lo que queremos para nuestra vida. De esta manera, tendremos una mejor experiencia que arrojará una mejor convivencia.
Sin embargo, ponemos mayor foco en el afuera ignorando o desconociendo lo que sucede adentro, a veces resultamos un misterio para nosotros mismos.
Esto se vuelve muy interesante si partimos de la idea que somos un devenir, somos seres en constante evolución, estamos siempre en proceso con la posibilidad que esto implica de iluminar nuestras sombras y ser mejores.
En este conocimiento de nosotros mismos, el lenguaje es clave en tanto proceso creador. El lenguaje crea realidad, y no solo eso, genera identidad, relaciones, compromisos, posibilidades, mundos diferentes.
La escucha es una de los elementos del lenguaje más importantes. Rafael Echeverría nos dice: “No hay mejor indicador de la calidad de una relación que la manera como evaluamos la escucha que en ella se produce.
Si alguien nos dice: “Mi pareja no me escucha”, “Mis hijos no me escuchan”, “Mis padres no me escuchan”, sabemos que esas relaciones están deterioradas. Si en el trabajo alguien sostiene: “Mi jefe no me escucha”, “Mis colegas no me escuchan”, etc., sabemos que eso nos anuncia bajos niveles de desempeño y, muy posiblemente, un nivel muy bajo de satisfacción. Pero hay más que eso.
Es muy posible que esto esté también comprometiendo el sentido de vida y la dignidad personal de quien sostiene no sentirse escuchado. Tras ese reclamo, la persona que lo hace pareciera estar sosteniendo algo bastante más profundo: “Tengo la sensación de que no le importo a los demás”.
Es frecuente -y cómodo- apuntar con el dedo y sostener que alguien no nos escucha, poniendo el problema en cabeza de los otros -afuera-. De esta manera nos sacamos responsabilidad de encima, a lo sumo alguien podrá pensar “no me sé hacer escuchar”, y pondrá el énfasis en hablar mas fuerte.
No digo que de esa manera no pueda lograrse, de lo que sí estoy segura es que los problemas de escucha suelen ser recíprocos. Quien no se siente escuchado, la mayoría de las veces tampoco sabe escuchar a los demás. El problema no es necesariamente del otro. El problema está en la relación.
Les propongo avanzar es su resolución comenzando por trabajar en la propia escucha de quien sientan que no los escucha. El cambio del otro será el resultado de nuestro propio cambio.
Entonces, cuando te encuentres nuevamente con esa persona que sentís que no te escucha, disponete con todo tu ser a escucharla mejor. Escúchala desde el bien, dispuesto a ser transformado.
Escuchar es interpretar, el significado del mensaje lo asigna quien lo recibe y por eso es tan importante, es la escucha la que valida el hablar.