El homicidio de Ariel Camargo De Lara (19) sumó un nuevo capítulo con la prisión preventiva para el único sospechoso, considerada por el juez de Instrucción 1 de San Pedro, Ariel Belda Palomar. Se trata de un joven de 18 años, acusado de asesinar de un balazo en la cabeza a la víctima en inmediaciones al paraje Cuatro Bocas y luego enterrar el cuerpo.
Camargo De Lara fue reportado como desaparecido el 3 de febrero de 2022 en la comisaría de Bernardo de Irigoyen y durante una semana, se realizó una intensa búsqueda con la policía, familiares y allegados, con el único dato de que se había subido a un vehículo frente a su casa para ir a realizar una “changa”. El cadáver fue encontrado el 9 de febrero, seis días después de la denuncia de sus hermanas, semienterrado y en avanzado estado de descomposición.

Los primeros resultados de la autopsia, además de confirmar la identidad de Camargo De Lara, detallaron que el joven fue ejecutado de un disparo de arma de fuego calibre 38 milímetros en la cabeza, estando presuntamente arrodillado e indefenso.
Antes que la policía encuentre el cuerpo, fue detenido el sospechoso apuntado como uno de los que llevó bajo engaños a la víctima para realizar un trabajo.
Después las hipótesis respecto al móvil del crimen fueron varias, entre ellas una supuesta deuda o la actividad ligada al contrabando de vinos y mercaderías en la zona de frontera entre Bernardo de Irigoyen y Brasil.
Otra hipótesis que se barajó es la posibilidad de que la trama que desencadenó en el asesinato esté vinculada a la compra-venta de vehículos presuntamente robados, actividad que creen está ligada al único detenido e imputado.
En base a los indicios que también se manejó desde la policía, se mencionó la posibilidad de que el sospechoso contó con la complicidad de una o más personas para cometer el asesinato.
En este contexto y también por menciones en las testimoniales que tuvo la causa, surgió el nombre de “Fabricio” según testigos dado por el propio acusado como cómplice, pero nunca, al menos hasta ahora, encontraron una persona con esa identidad para poder vincularla a la causa.
También en su momento, el hallazgo del cuerpo se dio gracias a la zona en donde señaló el victimario que estaba enterrado el muchacho, cuando aún se realizaban jornadas de búsqueda todos los días en el pueblo.
Lo concreto en cuanto al móvil del crimen es que la víctima fue llevada bajo engaños a una zona alejada de Bernardo de Irigoyen, donde prácticamente lo ejecutaron de un tiro en la cabeza.
La persona que apretó el gatillo utilizó un arma de fuego calibre 38, en tanto que la altura por la que ingresó la bala, hace suponer que lo tenían de frente y aparentemente arrodillado. Además, quien efectuó el disparo estaba por encima de su posición según indicó una fuente.
Uno de los pendientes que tuvo la investigación es que nunca dieron con el arma homicida. De acuerdo a las pericias y exámenes de autopsia, se determinó que dentro de la cabeza del joven había un proyectil del calibre mencionado, pero el revólver hasta ahora nunca fue hallado.