De ritmos y ciclos hablábamos en la nota anterior, y en una parte recordábamos que el movimiento de traslación de nuestro planeta alrededor del Sol produce las estaciones del año. Pues el hemisferio norte tendrá su día más largo y la noche más corta del año, con el Sol más cercano, en su solsticio de verano, mientras que aquí en el sur tendremos el de invierno y sucederá lo contrario. Eso será el próximo martes 21 de junio, pasado mañana. Y algo más.
El 21 de junio se celebra el Día Internacional del Yoga en el mundo entero desde el año 2.015, a partir de una resolución de las Naciones Unidas y con numerosos reconocimientos posteriores. Conocida y practicada en la India durante milenios, esta disciplina se ha difundido por todo el planeta desde el siglo pasado como arte y ciencia para una vida saludable en cuerpo, mente y espíritu, a fin de que se pueda proyectar en procura de una sociedad libre de violencia, donde el genuino potencial individual encuentre pleno estímulo y los valores superiores se realicen. Precisamente, la palabra Yoga proviene del sánscrito yuj que significa “unir”.
Durante la pandemia fue muy frecuente la práctica del Yoga en Casa, gracias a la voluntad de disponer del aquí y ahora para reencontrarnos con nosotros mismos, superar los miedos, conservar la flexibilidad física y mental, fortalecer el sistema inmunológico con especial atención en la salud respiratoria y disfrutar de la paz en un elevado estado de consciencia. No obstante, con los debidos cuidados hubo encuentros en muchísimos lugares y que también se difundieron virtualmente.
Este año las actividades celebratorias se multiplicaron y, en países como el nuestro, se vienen cumpliendo programas desde comienzos del mes por iniciativa de escuelas e instituciones prestigiosas, conducidas por nuevas y maravillosas generaciones de maestros, que en ciudades como Buenos Aires reciben el apoyo de la Embajada de la India. Y si le sumamos el feriado extra largo, hay para elegir.
En esta significativa festividad, expreso mi gratitud y homenaje a mis formadoras y saludo con amor a todos quienes, en número creciente, enseñan y difunden el Yoga, a quienes lo practican y a quienes organizan los hermosos eventos conmemorativos. A todos: NAMASTÉ.