El 6 de julio de 1812, Martín de Álzaga, héroe de la defensa de Buenos Aires contra los ingleses y participante en los hechos vinculados con la Revolución de Mayo de 1810, fue ahorcado por orden de Bernardino Rivadavia, que lo acusó de conspirar contra el Gobierno.
Martín de Pueyrredón se habla negado a firmar la sentencia y entonces Rivadavia, ganado por un viejo rencor personal, procedió por su cuenta a sentenciar a muerte al comerciante y político nacido en Vizcaya (España) en 1756.
Cabe recordar que gracias al valor de Álzaga y Santiago de Liniers, las fuerzas patriotas lograron reconquistar la ciudad de Buenos Aires tras la derrota que habían sufrido a manos de los inglesas en los corrales de Miserere.
Paradójicamente, el primero se alzó contra el segundo en la conocida como “asonada de Álzaga” y, peor aún, ambos terminaron ejecutados poco después por orden de las autoridades surgidas a raíz del 25 de mayo de 1810.