Apenas el 3,1% de las personas privadas de su libertad en unidades penales provinciales, entre procesadas y condenadas, es mujer. Este pequeño grupo, que no es proporcional a la población misionera donde hay una mayoría femenina del 52%, está en la Unidad Penal 5 de Posadas.
En la Unidad Penal de la capital provincial viven, estudian y trabajan 54 internas, muchas de ellas condenadas por homicidio en procesos judiciales donde no se contempló una perspectiva de género.
Pese a que ya fueron juzgadas y cumplen su pena, la mayoría arrastra una condena social que no tiene fin. A la sociedad le cuesta más olvidar a las mujeres que mataron, que a los hombres que cometieron iguales o peores delitos.
Y el peligro es que este juicio sin fin también afecte las decisiones de los jueces quienes tienen la facultad de decidir sobre el régimen progresivo de ejecución de pena y, para tomar esta decisión, deben evaluar las acciones y comportamientos de las internas a lo largo del tiempo que estuvieron privadas de su libertad.
Seguridad y deshumanización
PRIMERA EDICIÓN visitó la Unidad Penal V, participó en algunos de los talleres para las internas y habló con su directora, Gisela Merlach, una penitenciaria que hizo gran parte de su carrera en el ámbito académico, antes de ser designada al frente de esa unidad penal.
Por eso, a Merlach no le pareció disruptivo cuando comenzó a preguntar el propósito de algunas normas no escritas pero institucionalizadas por su uso, que deshumanizaban a las internas.
“Cuando entré me dijeron que estaba prohibido que se maquillaran por una cuestión de seguridad. ¿Cómo puede poner en riesgo la seguridad que una mujer se pinte los labios? Esta prohibición es una de las cosas que cambiamos en el Penal V”, confió.
A diferencia de otras unidades penales, las internas pueden compartir una comida con sus visitas, “por supuesto que, por una cuestión de higiene, hay espacios donde no está permitido comer, como en los pabellones donde duermen”.
Otra de las normas que fue cuestionada por “científicamente insostenible” es la prohibición de llevar cualquier alimento con membrillo.
“El dulce de membrillo tiene un ácido que puede ser usado para corroer los barrotes de la celda. El tema es que, por un lado, se necesitan más de cien años para que esto suceda y, por otro, que hay muchos alimentos, como las pepas, que a lo sumo tienen una jalea con sabor a membrillo que ni en mil años pueden llegar a ser utilizadas como herramienta para un escape”, reflexionó Merlach.
“No necesitamos deshumanizar a las internas para cumplir la función de seguridad. Para mí es elemental el buen trato, la posibilidad que tienen los internos de capacitarse y trabajar. Estas son las cosas que hacen la diferencia para una persona que cumple cadena perpetua”, aseveró.
Un dato que ofrece con orgullo es que, en los dos años y medio que lleva su gestión, no hubo ningún caso de reincidencia.
La importancia de la educación
Los internos (en Misiones hay 1.708 personas privadas de su libertad en unidades penales provinciales) deben asistir a la escuela primaria y secundaria, si no completaron la educación obligatoria.
Además, en las nueve unidades penales de Misiones se ofrecen cursos de capacitación profesional y, por ahora, sólo en la Unidad Penal III de Eldorado se dicta una tecnicatura superior. Son muy pocos los internos que tienen título secundario y están en condiciones de cursar carreras del nivel superior. Las dificultades para poder hacerlo son muchas porque no hay internet en los penales.
“Un taller de capacitación no sólo es importante porque pueden aprender un oficio para trabajar una vez que se reinserten en la sociedad, sino también por el estímulo educativo, que según la ley, permite reducir entre uno y 20 meses el régimen penitenciario, anticipando la semilibertad o la libertad condicional. Decir una semana o un mes, significa mucho para las internas, es menos tiempo para poder tener una segunda oportunidad afuera”, destacó.
Merlach se refirió a la motivación que generó entre las internas cuando a dos de ellas se les concedió el estímulo educativo, “esos casos mostraron que se puede, que estudiar y prepararse para ejercer un oficio les da beneficios… yo les incentivo mucho para que ellas presenten los certificados”.
En la Unidad Penal V hay en la actualidad talleres de telar, vitrofusión, corte y confección, muñecos amigurumi y de huerta. Recientemente terminó un curso de tapicería, electricidad y confección de ropa interior.
“Es impresionante cómo disminuyen los conflictos cuánto más se capacitan y estudian las internas. Tengo una interna con condena a perpetua por homicidio que, hasta hace dos años y medio, era muy conflictiva… me decía que no tenía nada para perder. Trabajamos mucho con ella, desde el buen trato, y ahora es una persona totalmente diferente, se casó el año pasado con un interno de Oberá y está embarazada de cuatro meses. Es la primera embarazada en mi gestión y lo sentimos como una bendición”, contó.
Sin vínculos con sus familias
Casi el 20% de las internas no recibe visitas de sus familiares. “Esto es más frecuente con las internas condenadas por delitos intrafamiliares”, precisó.
Recordó el caso de una interna que falleció hace muy poco y padecía cáncer. Pese que se avisó sobre la gravedad de su estado de salud a sus hijos, uno de ellos no fue a verla y el otro le dijo la directora de la Unidad Penal que su madre era responsabilidad del Servicio Penitenciario. “Fue muy triste todo el proceso de su enfermedad y su deceso sin un familiar que la acompañe, pero nos encargamos de todos los papeles y de su entierro”, contó la directora.
Merlach conoce a todas las internas y, pese a que no justifica sus delitos, admitió que conocer sus historias de vida le permitió comprender qué las llevó a actuar de esa forma. “Algunas quedaron en situación de calle y sin un adulto a cargo desde muy chicas, otras eran víctima de violencia junto a sus hijos”, señaló.
Espacio para niñas
El Penal de Mujeres cuenta desde noviembre del 2021 con el primer espacio ambientado para niños.
“Es impresionante el aumento que tuvimos este año en la cantidad de visitas de los niños. A ellos les gusta mucho venir, el espacio cuenta con una profesora del Nivel Inicial, juguetes y hasta televisión; y permite que puedan hacer sus tareas con sus mamás, sus tías o abuelas”, contó la directora del penal.
Según anticipó, próximamente se cambiarán las mesas y sillas del espacio de visita para adultos por livings realizados con palets y se ambientará con plantas y flores como el resto del penal.
Maquillajes
Al principio, se armó una cajita con maquillajes y pinturas de uña que las internas podían acceder en el comedor. Hoy, este servicio se anexó en la peluquería.
Peluquería
El penal de mujeres cuenta con una peluquería, “atienden las internas que aprenden el oficio y allí asisten las internas que quieran peinarse o cortarse el cabello”. Funciona lunes, miércoles y viernes por la tarde. Cuentan con secador de pelo, planchita y sillón lavatorio de cabeza.
Funciones
“Nuestra función como Servicio Penitenciario es la seguridad y el control, pero sobre todo ayudar a los internos a transitar el tiempo en privación de la libertad ayudándolos a prepararse para volver a la sociedad”.
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