Después de un alto por el receso de invierno, estamos retomando las actividades educativas del segundo semestre con mucha expectativa, a pesar de tantas situaciones de crisis que atraviesa nuestro país. En este tiempo pospandémico, en medio de la crisis económica y social, es oportuno reflexionar sobre el valor de la educación como clave de superación de las adversidades de la vida.
Toda situación de crisis genera incertidumbre y nos llama a replantear nuestras certezas y reorientar nuestra vida con esperanza para superarla y hacer que sea una oportunidad de crecimiento y desarrollo de nuestras potencialidades.
Nos anima a modificar objetivos y fortalecernos para enfrentar los desafíos de la vida sin desanimarnos. Así como toda crisis nos desestabiliza, es también una oportunidad para seguir creciendo, renovando y cambiando las estructuras para que sean funcionales a las necesidades reales de la humanidad.
En todos los momentos de la historia de la humanidad, la superación de la crisis va de la mano de la buena educación e investigación. Es un proceso de inserción del ser humano en la vida social y económica para que sea agente de transformación y desarrollo.
Creo que nuestra realidad más que nunca debe priorizar una educación de calidad, formadora de personas capaces de esforzarse, ser disciplinados y preparados para luchar por el desarrollo de sus capacidades y talentos.
La educación hoy necesita la motivación y la creatividad para formar a nuestros niños y jóvenes que sufren el impacto de esta crisis de manera silenciosa. Son muchas las causas que genera la desmotivación en nuestros estudiantes: el impacto de la crisis económica que viven las familias, la hiperinflación, la falta de perspectivas para los jóvenes etc. El desafío está en la convicción colectiva de que todos los obstáculos se superan con esfuerzo y trabajo mancomunado.
Nuestro querido Papa Francisco nos anima a emprender un camino de superación desde la fortaleza interior, y la capacidad y la voluntad para hacerlo, con la presencia de educadores con vocación para la transformación. Es que la educación es el camino certero que orienta y marca el rumbo claro frente a las situaciones de crisis. Él nos advierte, que en tiempos de crisis, corremos peligro de caer en situaciones donde “nos invade el miedo, nos cerramos como individuos, o comenzamos a repetir lo que a muy pocos les conviene, vaciándonos de sentido, tapando el propio llamado, perdiendo la belleza”, todo esto ocurre cuando uno atraviesa una crisis solo y es por eso que se necesitan maestros de vida.
Por eso el Papa Francisco hace un llamado especial a los maestros de la vida para estar abiertos a la escucha diciendo: “La educación escucha, o no educa. Si no escucha, no educa. La educación crea cultura, o no educa. La educación nos enseña a celebrar, o no educa” y nos deja claridad en la importancia de la escucha real de las necesidades que van surgiendo en cada momento de la vida social.
La escucha atenta nos permite reorientarnos permanentemente para adaptar las estrategias pedagógicas a las nuevas realidades, permitiendo mejorar las capacidades y habilidades de nuestros estudiantes, desarrollando sus competencias con sacrificio, con creatividad.
Que juntos podamos lograr construir una sociedad que sea capaz de asumir los retos y superar las adversidades con una educación que nos abre a la vida. Que seamos esos agentes de transformación que hoy la sociedad necesita.
Bendecido inicio del segundo semestre para nuestros estudiantes, docentes y centenares de familias que son parte de este gran proceso formativo. Solo juntos podremos acompañar y formar a los futuros integrantes de una sociedad comprometida con el bien común.