El 5 de agosto de 2012, la cantante costarricense Chavela Vargas falleció a los 93 años en México, su patria por adopción, a causa de una insuficiencia cardíaca y una falla renal crónica.
Dueña de un estilo personalísimo para abordar un repertorio dominado por rancheras y boleros, se ufanaba de “descomponer” las canciones para llevarlas a su sugerente universo estético.
Decidora aguda capaz de hallarle los signos y los silencios a cada poética escogida e inmediatamente calzada a medida en su intrépida alma, Vargas fue capaz de abrir la boca y con ello conmover a los distraídos, desatar tormentas y hacer llorar a las piedras.
El pelo cortísimo y un poncho -casi siempre- rojo enmarcaban una fragilidad solo aparente sobre la que levantaba un modo arrollador para narrar penas y exorcizarlas.
Sus creaciones sobre piezas como “Vámonos”, “Macorina”, “Ponme la mano aquí”, “El último trago”, “Que te vaya bonito”, “Noche de bohemia”, “La llorona”, “Paloma negra” o “Volver, volver”, deben integrar una antología imprescindible de la canción popular en español que atravesó dos siglos.
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Conocida en el ambiente como “La Chamana”, había nacido como Isabel Vargas Lizano en San Joaquín de Flores (Costa Rica) el 17 de abril de 1919.