La crisis económica que desde hace años transitan los argentinos casi en su totalidad se aceleró notablemente en junio pasado cuando cayó el porcentaje de refinanciamiento de la deuda en pesos sumando un fuerte problema a una lista que ya es larga. Pero el bochorno tras la abrupta salida de Martín Guzmán, la fugaz gestión de Silvina Batakis y las dudas que genera Sergio Massa por su ambigüedad política le sumaron una velocidad impensada a una escalada que ya era de por sí vertiginosa.
Tras el furioso julio que retroalimentó el propio Gobierno argentino, las expectativas inflacionarias se dispararon más de catorce puntos porcentuales y hoy se proyecta un Índice de Precios al Consumidor de más del 90% para el año en curso.
Queda a la vista entonces que la irresponsabilidad y los escándalos de la gestión del poder político impulsan la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores tanto como de los desajustes de la estructura económica nacional. Por cada decisión que toman, nosotros tenemos malas noticias en nuestros bolsillos y en las góndolas.
En un artículo periodístico difundido en las últimas horas, dos periodistas norteamericanos describieron los desbarajustes económicos argentinos y trazaron un paralelo entre el 9% de inflación que escandaliza a los estadounidenses contra el 90% que se proyecta aquí.
Recesión, corralito, inflación, devaluaciones, recambios ministeriales y otros males que los argentinos conocemos muy bien fueron descriptos en el artículo para graficar a qué estamos sometidos. Desde afuera se advierte lo “bizarro” que resulta vivir e intentar desarrollarse en el país a partir de ciertas decisiones políticas que impactan en lo económico.
Los dirigentes argentinos, sin embargo, parecen no inmutarse.