Muchas personas piensan que la paciencia es la capacidad de esperar, pero no es así.
La paciencia es cómo nos comportamos mientras esperamos.
El tiempo en el que vivimos hoy nos lleva a andar rápido, no queremos esperar por nada, observemos que nivel de paciencia tenemos, cuando esperamos a que una página de Internet se cargue y nos damos cuenta que rápidamente cambiamos y seguimos buscando, donde rápidamente nos den lo que queremos.
Así vivimos en estos tiempos, todo en nuestra cultura tiene que ser ya, pero la vida no es así, la vida tiene su tiempo y por más que nos apuremos nada podemos hacer.
Eso mismo hace que hoy, viendo todos los avances tecnológicos creemos que podemos acelerar ciertos procesos de la vida o la naturaleza y ahí comienzan los problemas.
“El tiempo es oro”, una frase que escuchamos, esto nos dice: “no hay tiempo que perder”.
Fuimos educados para hacer porque si no hacés, la vida se te pasa, así que cuando nos encontramos descansando o en tiempo de ocio parece que es un tiempo mal gastado. Esta forma de vivir nos está trayendo problemas físicos, mentales y sociales.
No solo no sabemos esperar sino que educamos a nuestros hijos con ese acelere, hemos convertido a nuestra sociedad en el mundo de “Ya”, todo rápido: comidas, noticias, entretenimiento, pero hay cosas que por más que apuremos no escuchan estos tiempos porque tienen los suyos como por ejemplo, la salud, el amor, los vínculos, la naturaleza.
Hoy vivimos pensando en el mañana, en por las dudas, para sentirnos seguros, pero nos perdemos el presente.
Para cultivar la paciencia es necesario bajar el ritmo, desacelerarnos, darnos tiempo para respirar meditar, observar, sentir.
Vivir más lento no significa sentarse a esperar que la vida pase sino todo lo contrario, es vivir intensamente cada momento, intenso no es rápido, sino ¡profundo!
Los invito a observar su vida y preguntarse: ¿vivo acelerado? ¿No me alcanza el tiempo? ¿Todo pasa rápido? ¿Me siento estresado?
Si la respuesta en más de una pregunta es SI, deberíamos poner un freno y observar, sentir y conectar con el presente, aunque se un ratito, lo que puedan.
Pensemos que ser pacientes, es observar la vida y aprender de ella, mirar todo como si descubriéramos por primera vez el mundo, como un niño, tómense ahora un minuto para mirar todo con atención, respirar y solo agradecer.
Que Dios los bendiga.