Una administración que pide y exige tanto de su sociedad debe estar preparada para responder en igual o, mejor aún, mayor medida. Si al ciudadano se lo empuja a un laberinto de maniobras cuando se trata de cosas tan simples como obtener un libre de deuda o regularizar una multa que, muchas veces, queda librada sólo a los argumentos que pueda presentar la autoridad, pues entonces el sistema precisa ofrecer agilidad y, sobre todo, múltiples garantías de que se trata de una falta comprobable. De otra forma sólo se trataría de un sistema armado y desarrollado para recaudar haciendo uso de una posición dominante de hecho.
A juzgar por lo que ocurre hoy con el Tribunal de Faltas comunal y algunos despachos municipales, pareciera ser que están empeñados en ser eso… Dependencias lentas, empleados y autoridades hostiles, sumados a un sistema que sigue lejos de dar el salto a los nuevos tiempos y sus tecnologías, describen la cotidianeidad en esos despachos.
Incurrir en una simple infracción o, peor todavía, no haberlo hecho, pero quedar comprometido a probarlo, implica hoy caer en las redes de un sistema burocrático y espantoso que sólo está dispuesto a generar agotamiento y a no empeñar los esfuerzos que se le exigen al ciudadano.
En la era de la tecnología, la Justicia de Faltas y la Municipalidad de Posadas sólo atrasan