La Llama Violeta, también llamada Fuego Sagrado es una de las formas que toma el rayo violeta, uno de los 7 poderosos rayos cósmicos, el Sol-Elios-Logos es el que filtra la radiación cósmica que vamos necesitando según nuestro estado evolutivo, por eso deberíamos relacionarnos con Él como el Ser Cósmico que es, como lo han hecho antiguas culturas.
La Llama Violeta es un disolvente cósmico que transmuta el error creativo, donde el perdón se vuelve un acto alquímico más allá de nuestra comprensión por lo que lo asociamos a los milagros ya que el significado de lo que es transmutar no entra en el contexto de la mente humana.
El Maestro St. Germain aconseja usarla 30 minutos diarios hasta disolver todos los errores creativos acumulados. Podemos enviarla a situaciones, a nuestros hijos, pero no se puede ir por sobre el libre albedrío de las personas que no desean usarla.
Asociada a la Divina Presencia AIM (se pronuncia AIAM) que no es la traducción del inglés a Yo Soy, sino que es un sonido primordial como el OM que invoca a la Divina presencia colectiva, mientras que el AIM lo hace a la individual, es el Verbo Creador.
Ejemplo de invocación: “Bien Amada Poderosa Presencia AIM, envíame toda la Llama Violeta necesaria para disolver y consumir esta apariencia…”. Fin de la síntesis de la información dada por L. Donoso.
La Llama Violeta es opcional mientras que el sonido lo penetra todo y está fuera del alcance del libre albedrío, por lo que recientemente decidí aplicarlo: habiendo subido el grupo, del cual participaba, con mucho esfuerzo a la cima del Montsegur. En ese lugar fueron quemados los cátaros, pueblo que seguía las enseñanzas de María Magdalena, por la inquisición.
Nos recibe un guía turístico francés de otro grupo silenciándonos porque iba a comenzar su alocución que duró casi una hora poniendo muy nerviosos a todos los integrantes del mío, por lo que se me ocurrió mantralizar el AIM, algunos me siguieron y logramos un “microclima” de paz. Se evaneció lo exterior, incluso la voz del otro guía, pudiendo escuchar al nuestro y conservamos ese estado de tal manera que bajamos tan encumbrado lugar cantando, como lo hicieran los cátaros al bajar a la hoguera.