Representantes de la sociedad civil, letrados, mandatarios, concejales y cientos de comentarios en redes sociales refrendan el mal funcionamiento en el que incurre el Juzgado de Faltas desde hace años. Y a la vuelta de esas críticas, sin embargo, ni una sola palabra oficial.
Ni desde el Juzgado de Faltas, ni de parte de las áreas municipales comprendidas en el problema entendieron necesario hasta hoy salir a dar explicaciones, respuestas y/o posibles salidas a un drama que los tiene en el centro de la andanada de reproches. Es el mismo silencio o falta de respuestas que enfrentan los contribuyentes cuando intentan hacer uso de alguna instancia de defensa frente a una falta que, muchas veces, ni siquiera existió.
Es la misma desidia que padecen quienes deben pasar por esas oficinas para realizar trámites necesarios y lo que obtienen por respuesta es la falta de interés en resolverlos.
La magnitud y centralidad del problema, por tratarse de un área neurálgica por la que deben pasar miles de contribuyentes, amerita al día de hoy, cuanto menos, alguna explicación y alguna posible salida al anacrónico funcionamiento. Si al contribuyente se le pide y exige obediencia y cumplimiento, lo menos que la cabe a la autoridad es tener todo en orden y funcionando.