Los recién nacidos siempre necesitan abrigarse y para cubrir sus pies los escarpines de crochet resultan ideales. Es por ello que desde la Capilla San Ramón Nonato, patrono de las parturientas y recién nacidos, las mujeres no dejan pasar ese detalle y llevan adelante un taller donde se enseña a confeccionarlos. La pandemia había interrumpido la actividad que este año retomaron con todas las energías positivas, considerando que resulta una acción solidaria y hasta terapéutica para las participantes.
Beatriz López es una de las referentes del taller de tejido y emparentó a los escarpines con San Ramón, “porque es el protector de los bebés recién nacidos, de las parturientas. En ocasión de los bautismos se entregan escarpines bendecidos que confeccionamos en nuestro taller de la capilla, en especial en fechas puntuales como las fiestas patronales y otras”, explicó a PRIMERA EDICIÓN.
El taller de escarpines funciona los lunes y jueves de 15 a 17.30 en la sede de la capilla ubicada en el barrio Tacurú, sobre la avenida Ituzaingó 4348.
“Hace muchos años que venimos con este taller de escarpines. Al principio la gente donaba los escarpines para que los repartamos. Como veíamos que había una demanda importante y estar pendientes de lo que puedan donar las personas era como que no nos permitía tener la certeza que podamos contar con esos escarpines en la cantidad necesaria. Fue entonces que decidimos junto a otras mujeres armar nuestro propio taller en el año 2019, que lo iniciamos con mucho entusiasmo”, relató López.
Pero las cosas no fueron tan sencillas, a pesar de haber arrancado de muy buena manera y varias interesadas en aprender a tejer porque “llegó la pandemia que nos impidió seguir reuniéndonos y tuvimos que suspender por dos años. Después de eso fue mucha la gente que se acercaba a preguntar si íbamos a retomar las actividades del taller porque si bien se enseña a las que no saben tejer también asisten a colaborar y a llevar adelante esto las que sí tienen más experiencia”.
Momento especial
Agregó López que “es muy lindo compartir ese momento con otras mujeres, ir viendo cómo se van animando de a poco a tejer y los avances que consiguen en cada encuentro. Incluso al principio algunas observan atentamente, colaboran agregando las cintitas, la estampita, se les enseña la técnica para que vayan incorporando el conocimiento hasta que empiezan solas“.
“Es una satisfacción ver cómo se van superando y los lindos escarpines que logran realizar. Es todo de manera artesanal y con mucha dedicación”, continuó.
También remarcó que “en la Capilla dependemos de la parroquia San Antonio y siempre son bienvenidos todos quienes quieran colaborar con lo que sea y como puedan. Hay gente que necesita contención o compartir después de dos años de pandemia y que quizás muchos no divisan eso pero nosotros sí, porque a lo mejor perdió algún familiar, tiene problemas económicos y no saben cómo canalizarlo“.
“San Ramón con sus actividades es una buena alternativa para quienes necesiten algún tipo de ayuda o despejarse un poco y vienen al taller y pasamos una buena tarde, además de aprender a tejer”.
Comentó López que este año tuvieron un pedido especial de Neonatología de la provincia de Chaco para ver si podían confeccionarles escarpines para los chiquitos “porque tienen una gran demanda, no se consiguen fácilmente y los que se comercializan cuestan bastante caros. Una kinesióloga, hija de una señora que viene a tejer y que trabaja allá nos contó de la situación en Neo y nos hizo llegar las lanas para que confeccionemos los escarpines que se los hicimos llegar bendecidos por San Ramón”.
La peña, más adelante
“Este año no hubo la peña que tradicionalmente hacíamos en honor al Santo, principalmente porque está muy difícil la situación económica. Decidimos dejarlo para más adelante, quizás un festival por el Día de la Familia o algo similar”, señaló López, quien además de ser docente le dedica parte de su tiempo a la Capilla San Ramón.
Por otro lado, dijo que “vemos que hay mucha gente enferma, que hace años siempre nos daban una mano en una u otra cosa, otros que fallecieron durante la pandemia y también los que quedaron con algún tipo de secuelas. De igual manera en la Capilla tenemos los ministros de eucaristía que salen a visitar cada quince días, recorriendo el barrio para quien lo necesita”.
Reconoció que “nos estaría faltando una mayor participación de jóvenes que quieran conformar el Grupo Juvenil, que serán bienvenidos y una obra que quedó paralizada por la situación económica actual porque tampoco podemos asfixiar a la gente que de alguna manera colabora. Hacemos locros, arroz, pollos asados para juntar un dinero destinado a los gastos de la capilla”.