La familia del joven estudiante de la EPET 5, Luis Bojcho, fallecido trágicamente hace un mes, rompió el silencio. En medio de su dolor, publicó una carta abierta para expresar no sólo la pena que significa la ausencia física del hijo o hermano; también la ausencia de respuestas por parte del Estado en su conjunto.
Es que la muerte de Luis merece que la familia, los compañeros de curso, Azara y Apóstoles, reciban respuestas intersectoriales para encontrar una explicación a si fue un accidente o la negligencia la que pudieron haberla ocasionado.
El Estado es burocrático, avanza con tiempos que son lejanos a lo que una persona espera para entender el fallecimiento por causas no naturales de un ser querido. Eso es lo que hoy ven los Bojcho desde su chacra de Azara: lentitud.
Un mes después, las preguntas siguen sin respuestas y las versiones sobre intereses que interferirían con las investigaciones, son cada vez mayores. Tal vez por esa ausencia de certezas que inunda el caso de Luis.
Como bien lo expresó Julio Bojcho, hermano de la víctima, también pesa la duda si podría haber más “Luis” en la EPET 5 o en cualquier otro colegio, donde no se puede determinar si se actúa en lo cotidiano con los protocolos existentes. Al parecer, nadie puede garantizar esto y más se profundiza la incertidumbre de la familia Bojcho, que pretende evitar a otras tener que pasar por esta difícil etapa del dolor, la esperanza y el pesar por la partida de un ser querido que tenía toda una vida por delante.
La Justicia provincial, el Consejo de Educación, el Ministerio de Educación y hasta la Municipalidad debieran reunir a los Bojcho para interiorizarlos de las actuaciones y darles las explicaciones que puedan tener hasta ahora. De lo contrario, será difícil calmar esa sensación de impunidad que impera el presente.