La cita de alto rendimiento deportivo que se desarrolla por estos días en Asunción deja al descubierto la necesidad de redefinir la estrategia argentina en cuanto a su mundo deportivo.
Promediando la mitad de las jornadas previstas para los Juegos Suramericanos Asunción 2022, mejor conocidos como los ODESUR (Organización Deportiva Suramericana), el país marcha en la quinta posición, lo que se traduce como un retroceso respecto de sus anteriores actuaciones. Sacando a Brasil como una de las potencias globales en las competencias deportivas de alto rendimiento, el caso argentino tiene un fuerte argumento en contra: se trata de la delegación más numerosa y, por tanto, la relación unitaria atleta/resultado arroja otro saldo negativo.
Colombia, que en los Panamericanos de Lima había quedado detrás de Argentina, hoy disputa el primer puesto con Brasil. Chile, que jamás superó a nuestro país en el medallero, hoy sí lo hace. Si el objetivo es posicionar al país hacia los Juegos Olímpicos de París 2024, el Estado no puede sólo apostar al talento personal de sus atletas y su amor por representar una bandera… necesariamente debe estimularlos y dotarlos de los recursos.
La crisis económica actual, se entiende, demanda una mejor distribución de los recursos para moderar los problemas. El deporte, en su amplio entendimiento y práctica, siempre es una solución, por ende habrá que estimularlo.