Por: Lic. Sergio Dalmau
Argentina es un país que inició octubre con aumentos de precios que en algunos alimentos superan el 20%. Es ese mismo país que viene de registrar una inflación récord de 7,4% en julio, 7% en agosto y está a la expectativa de haber superado otra vez el 7% durante el pasado septiembre.
Argentina también es un lugar en donde el poder adquisitivo se desangra día a día y el consumo muestra contracciones que se ubican en 4 o 5%, según las mediciones privadas del último mes.
Es la tierra en la que los principales gremios comenzaron a luchar para conseguir aumentos que superen el 100%, corriendo de todas formas el riesgo de volver a perder contra una feroz evolución de precios.
Argentina, es el país que tiene a 17 millones de personas que son pobres y al 8,8% de su población no le alcanza ni para comer. Además, se trata de un país donde este flagelo se enquista contra los más chicos, ya que afecta al 50,9% de ellos.
Argentina, es ese sitio donde una familia compuesta por dos adultos y dos niños necesitó ya en agosto un ingreso mensual de $119.757 para no caer bajo la línea de la pobreza y tener por lo menos $52.990 para no ser considerado indigente. En este país un salario mínimo correspondiente a octubre es de $54.550 y ya se descuenta que no alcanzará para cubrir la compra de alimentos básicos.
Hablar de la actualidad argentina significa resaltar que en este país los jubilados perciben un ingreso mínimo que hoy es apenas un tercio de su canasta básica. Mientras un adulto mayor percibe $50.000 con bonos paliativos, para no ser pobre necesita por lo menos $150.000. Es ese lugar donde muchos de los abuelos “dejaron de cenar, porque ya no pueden darse ese lujo”.
Argentina también se transformó en un territorio en el que alquilar se volvió una odisea. Cada vez hay menos oferta y los contratos hoy por hoy se actualizan con aumentos en torno al 70% y sobre esto casi nadie hace nada. La pelota viene rebotando de lado a lado en proyectos que simplemente quedan encajonados.
Argentina es el país en donde la desocupación cayó al 6,9% de la oferta laboral, pero el trabajo informal ascendió al 37,8% de los asalariados. Esta cifra (la más alta desde 2008) indica que la precarización a la que tanto dicen oponerse está, sin embargo, ocurriendo de hecho bajo las narices de todos: si la tasa de desempleo bajó 0,1% y la de trabajo en negro creció 1,9%, algo no está bien.
Argentina, es ese Estado gobernado por Alberto Fernández hace casi tres años y que está bajo la conducción de Sergio Massa, hoy transformado en ministro de Economía hace poco más de dos meses.
El país sufrió como todos la pandemia y las consecuencias que provocó la invasión de Rusia a Ucrania, pero, más allá de esas complicaciones externas, también es víctima de una gestión que en un primer momento llegó sin un plan y que el golpe de timón dado recientemente, poco tiene que ver con brindar las soluciones urgentes que necesita la economía interna.
Argentina, es el país que tiene a uno de sus principales dirigentes sacándose fotos con todos los líderes mundiales y de organismos financieros mostrando el poder de su agenda propia, que hasta ahora sólo apunta o al menos promete apuntalar lo macro.
Podría nombrar tantas otras cosas que describen a la actualidad económica y social del país, situaciones que se perciben todos los días y que a veces los datos duros de los informes no llegan a reflejar en su totalidad. Lamentablemente, en la Argentina parece haberse arraigado la costumbre de gobernar por omisión.
Hay funcionarios que, evidentemente, viven con la impresión de que basta con esquivar el tratamiento de los temas incómodos -tantas veces como sea necesario- para que los problemas del país no se manifiesten. Y, sin embargo, allá afuera está el país, con sus penas a cuestas.
En esa estrategia que en el fondo conlleva el objetivo principal de mantener el poder político, es que nuestros gobernantes se manejan con una agenda propia, que muchas veces roza la provocación al ubicarse totalmente a las antípodas de las necesidades de la gente. Primero camisetas, después las figuritas, ahora las PASO y ¿después qué sigue?…
Pasó casi inadvertido que hace algunas semanas la Casa de la Moneda, la empresa del Estado encargada de acuñar monedas y producir los billetes que circulan en el país, tuvo que dar de baja una acción destinada a regalar 1.700 camisetas de la Selección Argentina a sus empleados.
La entidad había encargado una compulsa de precios para adquirir las casacas con motivo de celebrarse el aniversario de su fundación, pero según voceros la iniciativa fue dada de baja ante la política de contención de gastos que lleva adelante el Ministerio de Economía.
Claramente se trató de un si pasa, pasa, ya que el llamado a licitación, que no llegó a concretarse, estuvo publicado en la página que registra las licitaciones, compras y contrataciones de Casa de la Moneda.
El Gobierno también creó una propia agenda cuando cuatro funcionarios, entre ellos el recién nombrado secretario de Comercio, Matías Tombolini, se reunieron con representantes de los kiosqueros y directivos de la empresa Panini para dirimir la tensión entre ambos por las figuritas del Mundial.
En ese momento, el Estado nacional “puso a disposición los equipos legales y técnicos de la Secretaría para colaborar en la búsqueda de posibles soluciones entre las partes en torno a la comercialización de figuritas”.
Tombolini es el mismo que durante estos días se encuentra negociando contrarreloj una nueva lista de Precios Cuidados con grandes empresarios. Ahora falta tiempo, el mismo tiempo que tardaron en prever el escenario sin tener que salir a actuar por haberse asustado de los índices inflacionarios. Previsión que si están teniendo al dejar trascender que con esta actualidad se les hará difícil ganar en 2023.
Por otra parte, los cambios a la nueva y perjudicial Ley de Alquileres, sancionada hace poco más de un año tampoco están siendo analizados en el Congreso. Hoy representantes del oficialismo y la oposición están dirimiendo por si se mantienen o no las PASO del año que viene. La conveniencia política, otra vez da clara muestras de ser lo único que importa.
Y del oficialismo no es la única responsabilidad, ya que la oposición también deja mucho que desear. No tiene en su poder la lapicera, pero también legisla y sobre todas las cosas, no pregona con el ejemplo.
Hablamos de dirigentes que se quedaron enfrascados en el atentado a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, dejando rápidamente el repudio de lado para entablar nuevamente las divisiones para sacar así un rédito electoral.
Al hablar de la oposición es inevitable cuestionar el accionar de Carolina Losada. La senadora radical nombró a su hermana Georgina como personal transitorio en su despacho de la Cámara alta en el Senado. Su hermana, además, revestirá con la categoría más alta del escalafón legislativo y percibirá un ingreso de $451.118,05 mensuales. Le alcanzará para casi cuatro Canastas Básicas, percibirá nueve veces más que un jubilado con la mínima.
Pese a ese gesto antiético, para la legisladora santafesina, que el documento del nombramiento se haya viralizado en las redes sociales “es obra del kirchnerismo, porque se sintieron molestos cuando critiqué los pases a planta permanente de 280 empleados dispuestos por ellos”.
Ya no se soportan los enfrentamientos entre caudillos, ya no sirve el fuego interno del oficialismo y no alcanzan los mea culpas o el sincericidio como el de algunos funcionarios nacionales que brindaron discursos durante la última semana.
Hay un déficit de gestión. Agarraron un auto roto sin saber cómo arreglarlo, fueron haciendo pruebas sobre la marcha y lo chocaron. Ya que no se puede empezar de cero, y tendrán que sacarlo desde donde está, sería bueno que de una vez por todas vayan en dirección de lo que necesita la gente.