“Gracias” al impacto del inminente Mundial Qatar 2022, las cifras de la semana tuvieron menos eco en la calle, pero no por eso dejaron de ser gravitantes. La elevada inflación de octubre incluso quedó por debajo del costo de las canastas Básica y Alimentaria. Ese combo impulsa fuertemente los índices de pobreza e indigencia en todo el país y asegura una cifra anual que promete ser chocante.
Bajo ese contexto era de esperar que el consumo masivo -es decir, las ventas de productos de la canasta básica- registrara un fuerte retroceso durante el mes pasado. El dato refleja otro escenario del que poco se habla: el súbito enfriamiento de la actividad económica en esta última parte del año.
La baja en las ventas de productos esenciales, claramente, tiene un fuerte impacto social y también un efecto comercial. Da cuenta de la delicada situación económica, con una aceleración inflacionaria y una gran incertidumbre sobre los próximos meses.
En esa tensión los que más sufren por la caída en el consumo masivo son los comercios de barrio. Un dirigente almacenero entrevistado ayer por un canal nacional reflejó como pocos el estado de las cosas: “Hasta el 15 del mes las ventas son de clase media, pero desde ahí en adelante el mismo comprador cambia su conducta y se asemeja al de uno de clase media baja”. La explicación dejó al desnudo cuan corto es hoy el poder de fuego del salario.