Un hábito que genera estancamiento es la preocupación. No te deja hacer otra cosa.
El cerebro es una máquina que siempre está atenta para advertirnos del peligro y se toma atribuciones cuando no la frenamos. En el caso de las preocupaciones lo que hace es adelantarse para que un hecho no sea inesperado y no nos sorprenda porque “estamos alertas”. Eso forma parte de la ilusión, pues generalmente las preocupaciones que dan vueltas en la cabeza y nos hacen sentir agobiados, tristes, con la respiración dificultosa, son inexistentes.
Cuando las preocupaciones tienen solución y está en nuestras manos entonces debemos solucionarlas sin pérdida de tiempo, no posponerlas y desde el momento que decidimos tomar las riendas ya sentiremos tranquilidad.
El problema está en esas preocupaciones por cosas, situaciones o personas que no podemos solucionar y sin embargo nos preocupan.
Muchas personas inician un bucle de preocupación permanente, “salen de una” y rápidamente encuentran otra. Seguramente conocés a varias así, envueltas en un círculo del que no pueden salir.
Para salir de ese mal hábito hay que tomarlo desde la raíz. Detectarlo es el primer paso, me pregunto: “¿cómo me siento?”, automáticamente llegará la respuesta. Identifico la preocupación y la escribo: “me preocupa…”, describiendo todo el panorama. Segunda pregunta: “¿Está en mis manos la solución?”, si es sí escribimos: “me ocuparé de este tema de tal manera y lo haré tal día”, escribiendo todo. Al principio hay que escribirlo para poder ir creando un nuevo hábito: de la no preocupación.
Cuando el tema que nos preocupa no tiene solución aparente porque no está en nuestras manos escribiré: “este tema no está en mis manos, está en manos de…, así que lo suelto para que tal persona pueda solucionarlo o que el universo responda para bien de todos”. Así de simple será. La práctica de cortar la preocupación y no darle pie a que se extienda más allá nos hará libres, nos sentiremos más cómodos con nosotros mismos y nos permitirá enfocarnos en otros temas que serán de crecimiento para nosotros.
Si la preocupación es más fuerte y está en manos de otra persona, le ponemos fecha de vencimiento. Como cualquier producto perecedero, “esta preocupación vence dentro de media hora o el tiempo que decidas que lo vale”.
Y si no te convence esta técnica prueba otra hasta soltar. (Por Rosanna Toraglio)