Joaquín tiene 48 años y hace dos años le diagnosticaron diabetes y consultó porque comenzó a tener acidez y períodos de diarrea de 2 a 3 días de duración, más dolores de cabeza y calambres.
Medicado con metformina y niveles de 80 a 100mg de glucemia no está preocupado por la diabetes, ya que siempre dice que “está cuidando su ingesta calórica, realiza actividad física y lleva un buen estilo de vida”.
Al revisarlo noté una importante inflamación intestinal, hablamos que desayuna café con leche y pan, con queso untable o mermelada, luego colación y almuerza de vianda. A la tarde toma una colación: yogurt o frutas y cena liviana. Pido lo más detallado para ver modificaciones.
Clínicamente hay que tener en claro las ingestas con las repercusiones en calidad y cantidad de los síntomas, el tipo de trabajo, actividad, contexto psicosocial, todo influye. Saber con qué compromiso y posibilidades de metas contamos, de esta manera trabajamos sobre realidades y adecuación al tratamiento.
Nos guían: distribución de grasa, tipo de piel, dolores o sensaciones de distensión abdominal, tipo de materia fecal, y de ahí la importancia al referir cualidades.
Generalmente, los pacientes diabéticos pueden ir al principio de su diagnóstico a la nutricionista para luego no ir más, repitiendo las recomendaciones, pero lo ideal es ir para seguimiento, ya que la evolución del proceso alimentario y sus requerimientos varían.
Así, Joaquín, pese a que se cuidaba, pudimos detectar intolerancia a la lactosa. No consumía leche, pero si queso casi a diario o en las preparaciones usaba leche de vaca.
La intolerancia a la lactosa está asociada a la diabetes y se la puede detectar a cualquier edad, no sólo de niños.
La lactosa es el azúcar natural que contienen los productos lácteos, está formada por glucosa y galactosa, ambas son azúcares simples que nuestro cuerpo utiliza directamente como fuente de energía. Intolerancia a la lactosa quiere decir que presentan una dificultad para poder digerirla, lo que les genera molestias intestinales como hinchazón, diarrea o gases.
Presentar estos síntomas no significa automáticamente que se sea intolerante, a veces son las mezclas o situaciones específicas que el paciente atraviesa. Por eso es importante acudir a un médico especialista para ser diagnosticados, primero el clínico y luego con estudios específicos que realiza el gastroenterólogo.
Cuando se consumen lácteos normales (con lactosa), esta genera que el tiempo de absorción sea más lento y moderado, lo que no provoca un pico de glucosa en sangre. Por ende cuando se consumen lácteos sin lactosa, el organismo ya no realiza el proceso de “dividir” la lactosa en sus dos componentes (glucosa y galactosa).
Con Joaquín realizamos terapia de medicina orthomolecular, repusimos nutrientes y rápidamente tras el cambio de alimentación redujo síntomas. Con 4 sesiones semanales pudo reponer flora intestinal y mantener los cuidados para total curación.
A veces no consumimos leche pero sí derivados, teniendo las mismas manifestaciones como sucedió con Joaquín.
Debemos confiar en el nuevo plan y seguimiento alimentario para tener el máximo bienestar, la diabetes es un proceso inflamatorio con múltiples factores variables de descompensación.
Conocernos es tener presente los diferentes síntomas y saber manejarlos mejor, la base de todo bienestar el conocernos. Feliz y bendecido domingo.