Estamos próximos a celebrar el acontecimiento salvífico que moviliza a toda la humanidad, con el nacimiento de nuestro salvador, Jesucristo. Son momentos de mucha alegría y gozo. El corazón se prepara para celebrar la vida y alabar al Niño Dios.
Nos llena de alegría y gozo los encuentros familiares, con los seres queridos que da fuerza a esta navidad. Para que podamos significar el gozo de esta Navidad, es oportuno contemplar la figura de San José, el hombre de escucha, que nos enseña a vivir el misterio del nacimiento de nuestro salvador desde la fe.
En una sociedad aturdida por tantos ruidos exteriores, individualismo y la ansiedad que es propio de un fin de año, el silencio y la escucha no siempre suele encontrar el tiempo propicio. San José nos invita a una escucha atenta a la voz de Dios, desde el silencio y la obediencia a la voluntad de Dios. La contemplación de tantos acontecimientos de la vida a la luz de la fe – la crisis económica, momentos de crisis familiar, situaciones de carencias personales, etc. nos abre el corazón a una escucha atenta a la voz de Dios que siempre guía y clarifica nuestros caminos.
En este tiempo de adviento, la escucha atenta a “la Palabra de Dios nos guía, nos orienta e ilumina, pero también escuchar al otro, que necesita una escucha atenta, compasiva y misericordiosa, capaz de acompañar el dolor ajeno y hacerlo propio.
Escuchar significa hospedar al otro en el propio corazón, y por eso la escucha nos predispone a la práctica de la caridad, es la obra de caridad más necesaria, sencilla y eficaz en el momento presente”.
Cuando afinamos nuestros oídos y predisponemos el corazón para escuchar la voz de Dios, desde la oración personal y la contemplación de los misterios de esta Navidad, seguro escucharemos la voz del ángel como lo escucharon San José y nuestra Madre María: “José, hijo de David, no temas José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo” (Mt 1, 18-24).
San José nos invita a una escucha atenta a nuestros seres queridos en medio de tantos ruidos que nos impone la sociedad, en este tiempo de Navidad. Nos atrae a valorar el gran regalo que son nuestros seres queridos y nos impulsa a fortalecer nuestros vínculos desde el amor que nos une. Y desde esta escucha activa nos mueve a compartir nuestras necesidades, preocupaciones, alegrías, anhelos y esperanzas… Seguramente será el mejor regalo, el poder compartir unos con otros, en esta próxima Navidad, y tener un momento de escucha atenta a nuestros seres queridos, compartiendo la alegría de estar juntos una vez más, para celebrar esta navidad. Es un momento para compartir la ilusión y la esperanza que nos trae el nacimiento del mismo Dios entre nosotros.
Una escucha desde el amor de Dios, llenará nuestros corazones de alegría y gozo. Y cuando nos abrimos a una verdadera escucha saldrá un cántico de alabanza como lo tuvo en el encuentro de María y su prima Isabel: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz” (Lc 1, 46ss)
Que en esta próxima Navidad podamos estar atentos a la voz de Dios que nos habla en los signos de Dios presente en cada momento de la vida. Y signifiquemos nuestros encuentros desde una escucha activa, dejando que Dios siga obrando en nuestros corazones y nuestras familias. Que en esta Navidad, cada uno de nosotros seamos un verdadero regalo de la voz de Dios que habla y oído atento que escucha desde el amor. Que el Niño de Belén, nos bendiga a todos y nos traiga la paz y el amor en esta Navidad.