El 30 de diciembre de 1922, en Moscú (Rusia), el Congreso de los Soviets aprobaba la fundación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
A diferencia de lo que muchos creen, la revolución rusa de 1905 y 1917 y el comienzo del gobierno bolchevique no significaron directamente el inicio de la Unión Soviética.
En diciembre de 1922 la república de Ucrania estaban gobernadas por los bolcheviques, mientras que Transcaucasia era manejada por el partido de los mencheviques.
Ese mismo mes, todas las federaciones que componían la antigua Rusia firmaron un acuerdo para la creación de la Unión.
En febrero de 1924 Inglaterra reconoció a la federación y ese mismo año se estableció la constitución que legitimó el acuerdo.
La existencia del “imperio” soviético, y su poderío mundial, marcó el devenir del siglo XX, sobre todo desde la Segunda Guerra Mundial y la posterior “Guerra Fría” con Estados Unidos, en la que prácticamente se repartieron el mundo.
Factores eminentemente económicos fueron diluyendo la fortaleza de la URSS, que se terminó disolviendo de forma oficial 69 años después de su creación, el 26 de diciembre de 1991.