El 4 de enero de 2010, a 45 días de haber recibido un doble trasplante de corazón y pulmones, falleció Roberto Sánchez, “Sandro”, en el hospital Italiano de Mendoza. A los 64 años pasaba así a la inmortalidad uno de los intérpretes más famoso y más querido de Latinoamérica.
El doble trasplante realizado el 20 de noviembre de 2009, después de un generalizado deterioro de su salud tras verse aquejado durante años de un enfisema, le permitió a Sandro -y a todos- soñar con una mejoría. Pero su estado de salud se tornó gravísimo nada más comenzar 2010, cuando debió ser operado de urgencia dos veces como consecuencia de un “shock séptico generalizado” que le afectó la zona bronquial y se expandió a la sangre.
Dueño de una enorme trayectoria y conocido en todo el mundo, Sandro se transformó en ídolo de mujeres de todas las edades y en la figura más imitada de los países americanos.
Sus temas, con música de Oscar Anderle, su amigo, manager y productor, recorrieron el mundo y fueron grabados en versiones cantadas e instrumentales por solistas y orquestas de los cinco continentes.
Popular, sensual, carismático, romántico, misterioso, se ganó el corazón de las “nenas” de América, que lo siguieron desde sus comienzos en la música a comienzos de los 60.
Roberto Sánchez, único hijo de Vicente Sánchez e Irma Nydia Ocampo, nació el 19 de agosto de 1945 y se crio en Valentín Alsina.
Editó 52 discos, vendió 8 millones de copias, compuso éxitos eternos como “Dame fuego”, “Rosa, Rosa”, “Quiero llenarme de ti”, “Penumbras”, “Ese es mi amigo el puma”, “Tengo”, “Trigal”, “Una muchacha y una guitarra” entre otros tantos, realizó 16 películas, cantó en el Madison Square Garden y ganó el Grammy Latino a la Trayectoria (2005).
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Su primera actuación le cambió la vida. Fue en un acto el 9 de julio de 1957 cuando, por pedido de su maestra, realizó su conocida imitación de Elvis Presley, por quien sentía una fuerte atracción.
Su comienzo con la música fue junto a Enrique Irigoytía, con quién formó el dúo Los Caribes. La explosión se dio en los ’60, cuando adoptó el nombre artístico que lo acompañó hasta el final de sus días, el que sus padres querían ponerle pero no los dejaron: Sandro.
Los “Sábados circulares” de Pipo Mancera terminaron de impulsar su popularidad.
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Luego cambió su estilo rockero por un perfil de baladas y boleros, revolucionando la época. Las mujeres deliraban por su desenfreno. Sus discos comenzaron a venderse, llenó estadios, rompió récords y el éxito fue parte de su carrera.
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En 1998 se descubrió la dolencia que sufría por el cigarrillo y se alejó de los escenarios. Once años después el mal acabó con su vida. Pero no con su mito, que vivirá por siempre.