El 4 de enero de 1960 fallecía el novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista Albert Camus, uno de los influjos más decisivos en el pensamiento de la franja central del siglo XX.
En 1957 se le concedió el premio Nobel de Literatura por “el conjunto de una obra que pone de relieve los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de la actualidad”, según señaló en ese momento la Academia sueca.
Sus obras principales son “El revés y el derecho” (1937), “El extranjero” (1942), “El mito de Sísifo” (1942), “La peste” (1947), “El hombre rebelde” (1951), “La caída” (1956) y “Reflexiones sobre la guillotina” (1957).
Había nacido en Argelia (por entonces colonia francesa en el Norte de África) el 7 de noviembre de 1913. Formó parte de la “Resistencia francesa” durante la ocupación alemana, y se relacionó con los movimientos libertarios de la posguerra.
Las concepciones de Camus se formaron bajo el influjo de Schopenhauer y de Nietzsche, y contribuyó a la conformación del pensamiento filosófico conocido como absurdismo.
Se le ha asociado frecuentemente con el existencialismo, aunque él siempre se consideró ajeno a él. Pese a su alejamiento consciente con respecto al nihilismo, rescata de él la idea de libertad individual.
Al margen de las corrientes filosóficas, elaboró una reflexión sobre la condición humana. Rechazó la fórmula de un acto de fe en Dios, en la historia o en la razón, por lo que se opuso simultáneamente al cristianismo, al marxismo y al existencialismo.
No dejó de luchar contra todas las ideologías y las abstracciones que alejan al hombre de lo humano. Lo definió como la Filosofía del Absurdo.
Esa idea del absurdo presupone que el ser humano busca un significado del mundo, de la vida humana y de la historia, el cual sustente sus ideales y valores. Puesto en otras palabras, se busca una certeza metafísica de que la vida es parte de un proceso inteligible direccionado a un objetivo ideal, y que detrás de los valores personales se encuentra el sustento del universo o de la realidad como totalidad.
“El absurdo surge de la confrontación entre la búsqueda del ser humano y el silencio irracional del mundo”, expresa Camus.