El 5 de enero de 1813, las Cortes de Cádiz (la Asamblea Constituyente de España) disolvieron el Santo Oficio, suprimiendo la Santa Inquisición en España y América.
Los Tribunales de Fe estaban vigentes en América desde 1569 y su misión era vigilar la aplicación de la moral católica y perseguir a herejes y paganos.
Protestantes, indígenas aferrados a sus costumbres ancestrales y judíos fueron sus principales víctimas en América.
Desde su creación, en 1478, los tribunales de la Inquisición fueron responsables de la tortura, cárcel y ejecución de más de 125 mil personas en América y Europa.
En los territorios españoles de América fue a través de tres tribunales: los de Lima, México (ambos fundados en 1579) y Cartagena de Indias, fundado en 1610.
Si bien la institución quedó abolida formalmente en 1813, algunas zonas se adelantaron a la medida de las Cortes de Cádiz. En 1811, un motín popular expulsó a los inquisidores de Cartagena de Indias.
A fines del mismo año, Paraguay estuvo entre los primeros que se libraron de la institución.
En cambio, en Perú se necesitaron dos virreyes (Abascal y Pezuela) para acabar con ella: en 1813 y, después del restablecimiento, en 1820. Algo parecido pasó en México.